Optimizar la humedad interior puede ayudar a detener la propagación de la Covid-19 y la gripe
OPINIÓN: Las recientes directrices de los CDC sobre la calidad del aire interior no toman en cuenta los beneficios de la humedad. Pero la investigación demuestra que puede matar virus y ayudar a frustrar infecciones.
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Con el regreso de los estudiantes a las aulas este otoño y de los trabajadores las oficinas tras las vacaciones de verano, necesitaremos un aire interior sano para mantenernos a salvo. En mayo, los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de EE.UU. reiteraron su recomendación de ventilar el aire interior para reducir la propagación de la Covid-19, recomendando esta vez un objetivo firme de cinco intercambios de aire por hora. Este consejo parece tan claramente de sentido común que cabe preguntarse si alguien podría atreverse a cuestionarlo. Pero la constante entrada de aire fresco del exterior en invierno hará muy difícil mantener húmedo el aire interior, con consecuencias potencialmente desastrosas.
Como todo el mundo sabe, las enfermedades como la gripe son estacionales en países de clima templado como Estados Unidos: las enfermedades alcanzan su punto álgido en invierno y casi desaparecen en verano. A lo largo de los años, las explicaciones han incluido teorías sobre el poder antivirus de la luz solar, las dosis de vitamina D que refuerzan el sistema inmunitario en verano y, durante el curso escolar, las numerosas exposiciones a infecciones en las aulas. Pero uno de los factores que parece ser cada vez más importante es la baja humedad relativa en los espacios interiores.
En invierno, calentamos nuestras casas. Cuando el aire se calienta, sigue conteniendo la misma cantidad de agua que antes, pero, como el aire caliente puede retener más agua, se siente más seco y la humedad relativa es menor. Si el aire exterior está a cero grados Celsius, por ejemplo, con una humedad relativa de alrededor del 60 % (normal en los inviernos del norte de EE.UU.), calentarlo a 20 grados Celcius hará que la humedad relativa baje al 20 %. La mayoría de la gente prefiere una humedad relativa de entre el 30 % y el 60 %. Pero lo más importante es que cada vez hay más pruebas de que una humedad igual o superior al 40 % es más saludable, tanto porque ayuda al organismo a combatir las infecciones como porque limita la transmisión de virus.
Los estudios han demostrado que aumentar la humedad relativa es bueno para nuestras fosas nasales, por ejemplo, ya que les ayuda a acumular mucosidad para defendernos de los agentes patógenos. En cambio, se ha comprobado que una humedad baja favorece la evaporación de las gotas grandes que contienen virus y que expulsamos al hablar. Esta evaporación da lugar a gotas más pequeñas e insidiosas: las gotas más pequeñas son más ligeras y pueden permanecer en el aire durante más tiempo, viajar más lejos y penetrar más profundamente en los pulmones. También se ha comprobado que los virus se descomponen más rápidamente con una mayor humedad. A medida que aumentan las pruebas de estos efectos, algunos han pedido que aprovechemos su poder contra las enfermedades: en 2020, por ejemplo, unos investigadores escribieron un artículo en el Washington Post animando a la gente a mantener la humedad relativa en espacios interiores por encima del 40 % en la lucha contra la Covid-19.
Al principio de la pandemia de la Covid-19, los brotes de la enfermedad no parecían estar estrechamente relacionados con las estaciones, en parte porque la falta de inmunidad natural de todo el mundo anulaba los efectos medioambientales en la transmisión de la enfermedad. Pero ha surgido una señal estacional. También ha quedado clara la relación con la humedad. En 2022, los investigadores analizaron datos de 121 países y descubrieron que la humedad del aire en interiores inferior al 40 % estaba estrechamente relacionada con la propagación y gravedad de los brotes de Covid-19. Es difícil comparar el poder de la humedad con el de otras medidas de mitigación, como el aumento de la ventilación o las mascarillas, pero está claro que es importante.
Sin embargo, los CDC no hacen ninguna recomendación sobre la humedad del aire interior cuando se trata de virus. ¿Por qué ignorar la importancia de la humedad? Creo que parte de la razón es que nadie entiende realmente la química de cómo y por qué la humedad relativa desempeña un papel tan importante para la supervivencia de los virus. Los experimentos de mi laboratorio están ayudando a explicarlo.
Los trabajos de mi equipo y de otros demuestran que la superficie de las diminutas gotas de agua (incluidos los aerosoles que escupimos por la boca) contienen de forma natural abundantes especies reactivas del oxígeno, como el conocido desinfectante peróxido de hidrógeno, y una clase aún más potente de sustancias químicas denominadas radicales de hidroxilo hidratados. Hemos descubierto que la concentración de estas especies reactivas del oxígeno en las gotas de agua aumenta a medida que aumenta la humedad relativa del aire que rodea a la gota. Aún no sabemos exactamente por qué ocurre esto. También hemos descubierto que estas especies reactivas del oxígeno matan bacterias y virus, siempre que las bacterias y los virus permanezcan en contacto con la superficie de la gotita de agua durante un tiempo suficientemente largo.
Si la humedad es inferior al 40 %, como suele ocurrir con el aire interior en invierno, las gotas se evaporan rápidamente y pierden su poder desinfectante. Los virus son perfectamente felices en este estado desecado. Con una humedad media, la evaporación se ralentiza y hay tiempo suficiente para que los desinfectantes maten los virus dentro de las gotas.
La evidencia parece convincente de que mantener la humedad relativa interior lo suficientemente alta, pero no tanto como para causar moho, debe ser una parte importante de cualquier estrategia para controlar y mitigar la propagación de infecciones virales transmitidas por el aire. Esto es especialmente cierto en invierno, cuando secamos el aire con la calefacción, pero también en verano, cuando usamos demasiado el aire acondicionado. Se cree que el punto óptimo es entre el 40 % y el 60 % de humedad relativa.
Por supuesto, podemos aumentar la humedad relativa interior utilizando humidificadores. Pero aquí está el problema: va a ser extremadamente difícil utilizar los sistemas existentes para mantener el aire húmedo y al mismo tiempo ventilarlo con la frecuencia que recomiendan los CDC. La entrada constante de aire fresco implica la necesidad constante de añadir humedad, y los humidificadores no dan abasto. Una solución podría ser filtrar el aire y recircularlo, manteniendo su humedad, en lugar de introducir aire fresco del exterior con tanta frecuencia.
Insto a que se preste más atención a conseguir que la humedad relativa del aire interior sea más parecida a la que se encuentra en verano al aire libre. Esto incluye los aviones, donde una humedad extremadamente baja, normalmente entre el 5 % y el 10 %, contribuye a la propagación de enfermedades. Pasamos entre el 80 % y el 90 % de nuestro tiempo en espacios cerrados: debemos esforzarnos para que ese aire sea lo más natural y saludable posible.
Artículo traducido por Debbie Ponchner
10.1146/knowable-091823-2
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