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CRÉDITO: ISTOCK.COM / GEORGEPETERS

El engrosamiento del cristalino y otros cambios oculares propios de la edad contribuyen al deterioro de la visión a lo largo de la vida.

El crepúsculo de los ojos

DE NUESTRO ARCHIVO: Nuestro cuerpo y nuestras capacidades se deterioran con la edad, y la vista no es una excepción. Los cambios físicos del sistema visual lo enturbian de múltiples maneras.


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Esta nota es del archivo de Knowable Magazine. Se publicó originalmente en febrero de 2018.

Con la edad, la gente empieza a ver las cosas de otra manera. Literalmente. Para la mayoría de las personas, el sistema visual —los ojos y sus conexiones con el cerebro— se deteriora gradualmente con el paso de los años. El riesgo de padecer enfermedades oculares graves, como el glaucoma y las cataratas, aumenta con la edad. E incluso las personas que tienen la suerte de no padecer enfermedades relacionadas con la visión experimentan un lento deterioro de la vista.

Esa idea puede ser aterradora. La ceguera es una de las enfermedades que más preocupan a la gente. En una encuesta descrita en 2016 en JAMA Ophthalmology, los entrevistados afirmaron que perder la visión sería peor que perder la memoria, el habla, la audición o una extremidad. “Los estadounidenses lo temen, por una buena razón”, dice la investigadora en oftalmología Cynthia Owsley, de la Universidad de Alabama en Birmingham. “Somos animales visuales. Es uno de nuestros sentidos primarios. Así interactuamos. Así llevamos nuestra vida cotidiana”.

La vista no disminuye para todos por igual. Pero hay varios problemas físicos que suelen darse en los ojos que envejecen. Con el tiempo, los cristalinos se nublan, las células que captan la luz se resienten y la capacidad del cerebro para gestionar las señales visuales entrantes puede disminuir. “A medida que envejecemos, se producen muchos cambios estructurales en el ojo”, afirma Owsley. “Y la mayoría de ellos tienen implicaciones para la visión”.

Gráfico de pastel de las enfermedades oculares que afligen a la población adulta de Estados Unidos.

Estos cambios relacionados con la edad pueden entrometerse en la vista y afectar la vida cotidiana de múltiples maneras, como escribió Owsley en 2016 en el Annual Review of Vision Science. Escondidas entre otros objetos en un cajón oscuro, las llaves se vuelven invisibles. La conducción nocturna se vuelve más traicionera. Las señales visuales se desvanecen y las personas son más vulnerables a las caídas.

Pero los científicos han avanzado en la identificación de las influencias del envejecimiento en la visión. Al comprender mejor los problemas, los investigadores también pueden encontrar formas de ralentizar el deterioro.

Perder la ventaja

Los ojos realmente se oscurecen con la edad. Por un lado, las pupilas —los orificios redondos y negros que dejan entrar la luz en el globo ocular— se hacen más pequeñas con la edad. Debido a este proceso, llamado miosis pupilar, las pupilas siguen siendo pequeñas incluso en lugares oscuros, lo que hace que entre menos luz en un ojo envejecido.

Otro oscurecimiento visual afecta al cristalino, el disco transparente y elástico que enfoca los rayos de luz sobre una fina capa de tejido llamada retina, situada en la parte posterior del ojo. Los cristalinos viejos son más densos que los jóvenes, lo que puede reducir la cantidad de luz que llega a la retina.

Combinados, estos cambios oculares pueden interferir en la capacidad de las personas para detectar contrastes, una medida de la visión denominada sensibilidad al contraste espacial. Cuando una persona tiene miopía o hipermetropía, las escenas aparecen borrosas. Por el contrario, cuando se empieza a perder la sensibilidad al contraste, las escenas aparecen lavadas e indistintas. “Piensa en ello como en un parabrisas sucio”, dice Owsley. “Puedes ver fuera del vehículo, pero los bordes y los contornos no son tan nítidos como si tuvieras el parabrisas limpio”.

La disminución de la sensibilidad al contraste espacial es una “parte común y casi inevitable del envejecimiento”, escribe Owsley en su revisión. Y estos parabrisas mugrientos pueden tener consecuencias peligrosas, dejando a las personas en mayor riesgo de estar en accidentes automovilísticos que las personas con sensibilidad de contraste normal, según muestran los estudios.

Tanto los accidentes de tránsito como las fracturas de cadera son más probables en personas que ven el mundo a través de la niebla. Y la lectura puede ralentizarse, sobre todo cuando las letras son muy pequeñas o muy grandes. (La sensibilidad al contraste de las personas empeora cuando los objetivos son grandes o pequeños).

Ojos nocturnos

Situadas en la retina, unas células especializadas llamadas fotorreceptores detectan la luz y envían señales visuales al cerebro a través del nervio óptico. Estos fotorreceptores son de dos tipos: bastones o conos. Los conos hacen el trabajo pesado en condiciones de mucha luz (por ejemplo, a plena luz del día, un nivel de luz denominado fotópico). Pero cuando las habitaciones están muy oscuras (un nivel de luz conocido como escotópico), los bastones toman el relevo. Los bastones son más numerosos y más sensibles a la luz que los conos. También son más sensibles al envejecimiento.

Los bastones dependen de tejidos de soporte que pueden estropearse con la edad, privándoles de los nutrientes necesarios. Esto significa que las personas mayores empiezan a perder fotorreceptores. A partir de los 20 años, la densidad de los bastones empieza a disminuir. A los 60 años, los bastones son mucho más escasos, según demuestran los estudios realizados con retinas donadas. Y cuando los bastones empiezan a funcionar mal e incluso mueren, la visión escotópica puede verse afectada.

Gráfico que muestra los cambios que sufre el ojo con la edad.

Las personas mayores también tienden a tener más dificultad en la transición de ambientes luminosos a otros oscuros. Una persona de 70 años que camina de una acera soleada a un cine oscuro tardará hasta 10 minutos más en adaptarse a la oscuridad que una de 20 años. Owsley y otros investigadores sospechan que este retraso puede deberse a la escasez de nutrientes que reciben los bastones. Un estudio demostró que los adultos mayores que recibieron altas dosis de retinol (una versión de la vitamina A) se adaptaban más rápidamente a los ambientes oscuros.

Otras situaciones con poca luz son problemáticas para las personas mayores: conducir de noche, leer menús en restaurantes poco iluminados y desplazarse en la oscuridad son tareas difíciles incluso para las personas mayores con una visión relativamente buena.

Retraso en el cerebro

Los cambios en la fisiología del ojo pueden causar problemas de visión, pero también pueden hacerlo los cambios en el cerebro. Uno de los aspectos menos estudiados de los problemas de visión tiene que ver con el papel del cerebro en el análisis de las señales visuales.

“Un tercio del cerebro está al servicio de tus ojos”, dice Emily Chew, oftalmóloga del Instituto Nacional del Ojo en Bethesda, Maryland. “Ves con el cerebro”.

Medida mediante diversas tareas, la velocidad de procesamiento visual se refiere a la agilidad del cerebro para tomar decisiones sobre lo que ven los ojos. Una prueba especialmente aguda de la velocidad de procesamiento visual consiste en situar un objetivo en el centro de un grupo de flechas en la pantalla de una computadora. En la periferia, acecha un objetivo secundario. Los retrasos en la velocidad de procesamiento visual pueden medirse por el tiempo que tarda el espectador en detectar y evaluar el objetivo secundario.

Esa prueba revela una posible causa clave de la lentitud del cerebro: la atención. Las personas mayores tienen problemas para desviar la atención de forma intencionada —por ejemplo, apartando la vista de un objeto situado en el centro, pero no significativo—.

Otra posible explicación de esta ralentización son las diferencias entre jóvenes y mayores en cuanto a la relación entre velocidad y precisión. En algunas pruebas de laboratorio, los mayores valoran más la precisión que los jóvenes y están más dispuestos a tomarse el tiempo necesario para asegurarse de obtener la respuesta correcta.

Una tabla optométrica multilingüe.

Las tablas optométricas, como esta antigua tabla multilingüe creada por el optometrista George Mayerle en San Francisco hace más de 100 años, pueden ayudar a revelar el deterioro de la visión que muchas personas experimentan a medida que envejecen.

CRÉDITO: BIBLIOTECA NACIONAL DE MEDICINA

Se calcula que entre el 25 % y el 30 % de las personas mayores tienen una velocidad de procesamiento visual más lenta, con consecuencias que van desde ligeramente molestas hasta mortales. Las personas con una velocidad de procesamiento más lenta tardan más en realizar tareas cotidianas como encontrar un artículo en una estantería. El rendimiento en los simuladores de conducción también empeora cuando disminuye la velocidad de procesamiento visual —lo que no es de extrañar dadas las decisiones que deben tomar los conductores en fracciones de segundo y, sin duda, es un factor que contribuye a aumentar la probabilidad de colisión de los conductores mayores—.

Otros datos sugieren que este tipo de discapacidad visual puede limitar la vida de las personas, haciéndolas más propensas a quedarse en casa, menos propensas a desplazarse y menos activas en las actividades domésticas. No está claro por qué se reduce su radio de actividad, aunque una posibilidad es que noten que sus habilidades visuales disminuyen, dice Owsley.

¿Destinado a bizquear?

Aunque las noticias parezcan sombrías, la mala vista no es el destino, señala Chew. “El envejecimiento es un proceso continuo”, afirma. Y aunque es cierto que la visión suele empeorar con la edad, en ese promedio se esconden personas que conservan una buena vista hasta bien entrada la vejez. Y aunque algunos aspectos del deterioro visual, como el empeoramiento de la sensibilidad al contraste espacial, son casi inevitables para todo el mundo, otros pueden evitarse.

Los investigadores también están estudiando formas de ralentizar —o incluso revertir— el deterioro de la visión. Algunos científicos estudian si los programas de entrenamiento cognitivo pueden aumentar la velocidad de procesamiento visual de las personas mayores. Los primeros estudios han arrojado resultados positivos, pero la investigación dista mucho de estar asentada, y sus detractores sostienen que los avances logrados en el laboratorio no se extienden a mejoras significativas en la vida de las personas.

Una mejor comprensión de cómo la edad modifica la biología básica de la visión puede indicar mejores formas de intervenir. En las últimas décadas, “hemos avanzado mucho en la comprensión de muchos de estos fenómenos del envejecimiento visual”, afirma Owsley. Lo que queda por hacer es transformar esos conocimientos en métodos prácticos para preservar la vista durante toda la vida.

Artículo traducido por Debbie Ponchner

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