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CRÉDITO: PAIGE STAMPATORI

Casi una cuarta parte de los estadounidenses habla un idioma distinto del inglés en casa, incluidos muchos niños de familias inmigrantes que crecen hablando inglés y español.

Cómo un niño logra ser bilingüe —y qué se puede hacer para ayudarle a conseguirlo—

Los niños de origen inmigrante en Estados Unidos suelen tener dificultades para dominar dos idiomas. Creencias erróneas de los padres, la falta de apoyo en las escuelas y las actitudes sociales, son algunos de los factores que influyen en que sea así.


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Adriana Weisleder conoce bien los beneficios de ser bilingüe: poder comunicarse con su comunidad, cultivar una conexión con su cultura heredada, contribuir a la riqueza y diversidad de la sociedad y tener acceso a más oportunidades laborales. Las investigaciones también sugieren algunos beneficios cognitivos del bilingüismo —como mejor desempeño a la hora de hacer multitasking o multitarea—, aunque estos son más discutidos, dice Weisleder, psicóloga del desarrollo y científica del lenguaje costarricense que dirige el Laboratorio del Lenguaje Infantil de la Universidad Northwestern, cerca de Chicago.

Casi el 22 % de los estadounidenses habla un idioma distinto del inglés en casa; muchos de ellos son angloparlantes e hispanohablantes procedentes de familias inmigrantes. Sin embargo, muchos niños de familias inmigrantes en Estados Unidos luchan por desarrollar o mantener el dominio de dos idiomas. Algunos pueden perder su lengua materna en favor del inglés; otros pueden quedarse rezagados en escuelas donde sus progresos se evalúan solo en inglés.

En un artículo publicado en 2020 en el Annual Review of Developmental Psychology, Weisleder y la psicóloga educativa Meredith Rowe explican cómo el entorno de una persona —a nivel familiar, comunitario y social— afecta a la adquisición del lenguaje. En EE.UU., por ejemplo, el desarrollo lingüístico de los niños de familias inmigrantes se ve influido por las ideas erróneas de los padres sobre la educación bilingüe de sus hijos, la escasez general de apoyo a los bilingües en las escuelas y el sentimiento antiinmigrante de la sociedad en general.

En su investigación, Weisleder dirige estudios en profundidad de niños bilingües en diferentes contextos sociales para entender mejor cómo comprenden y aprenden varios idiomas. Ella espera que sus conocimientos ayuden a disipar ideas erróneas y temores en torno al bilingüismo y a mejorar el apoyo a los niños que aprenden varios idiomas.

“Es interesante desde el punto de vista teórico, pero también es muy importante para nuestra sociedad disponer de más información que pueda orientar a los cuidadores, los profesionales de la educación y los médicos sobre cómo se desarrollan los niños bilingües y cómo apoyarlos”, afirma.

Knowable Magazine habló con Weisleder sobre cómo los niños aprenden dos idiomas, los retos particulares a los que se enfrentan los niños inmigrantes en Estados Unidos, las formas de apoyar mejor el multilingüismo y su propia experiencia con la educación bilingüe de su hija de un año y medio. Esta entrevista ha sido editada para lograr mayor claridad.

¿Qué sabemos sobre cómo aprenden a hablar los niños expuestos a dos idiomas? ¿En qué se diferencia su desarrollo lingüístico del de los niños expuestos solo a un idioma?

Los niños bilingües atraviesan los mismos hitos en el desarrollo del lenguaje que los monolingües. Ambos empiezan a pronunciar sus primeras palabras en torno al año de edad, empiezan a combinar palabras unos seis meses o un año más tarde y, eventualmente, acaban alcanzando una competencia nativa. Pero sabemos que, además de todo eso, los bilingües están realizando una tarea más compleja de descifrar dos sistemas lingüísticos. Así que vemos un desarrollo algo más prolongado de algunos aspectos del lenguaje.

Una niña se sienta en una cama y sostiene un libro con la ilustración de una oruga.

El proyecto Leyendo juntos del Laboratorio de Lenguaje Infantil de la Universidad Northwestern fomenta las actividades de lectura temprana en los niños y estudia cómo esto afecta a las interacciones lingüísticas en el seno de las familias latinas.

CRÉDITO: CORTESÍA DEL LABORATORIO DE LENGUAJE INFANTIL / UNIVERSIDAD NORTHWESTERN

Un ejemplo es cómo los niños bilingües aprenden a diferenciar los sonidos de sus lenguas. Por ejemplo, en inglés, bile y vile son palabras diferentes, pero en muchas variedades del español no hay un contraste significativo entre esos sonidos porque b y v son intercambiables. A través de una gran exposición a los sonidos, los bebés aprenden las diferencias de sonido que son significativas y pierden la capacidad de identificar las diferencias que no son significativas en su idioma. A los niños bilingües les cuesta un poco más desarrollar esa discriminación y especializarse en sus lenguas.

En cuanto al vocabulario, el ritmo de aprendizaje también está relacionado con el grado de exposición lingüística. Por tanto, un niño pequeño con un 50 % de exposición al inglés y un 50 % al español tendrá aproximadamente la mitad de vocabulario en inglés que un monolingüe inglés y la mitad en español. Lo realmente importante, sin embargo, es que, si sumamos su vocabulario en ambos idiomas, su ritmo de desarrollo del vocabulario es el mismo que el de los monolingües.

En la mayoría de los aspectos del lenguaje, los niños bilingües acaban obteniendo los mismos resultados que los monolingües, incluso en una sola lengua. En general, cuando el 60 % de la exposición total de un niño al lenguaje ha sido en un idioma concreto, obtiene aproximadamente la misma puntuación que un monolingüe en la mayoría de las pruebas de ese idioma. Para cuando tienen tres o cuatro años —y desde luego a la edad escolar— ya se parecen mucho a los monolingües. Si se piensa en ello, es asombroso tener dos o tres lenguas y ser funcionalmente igual que alguien que solo habla una.

Lo realmente fascinante es que muchas de estas características también parecen darse en los bilingües que hablan lenguaje de señas. Así que este proceso de aprendizaje es específico del lenguaje y no solo del habla.

¿Qué ocurre con los niños “bilingües secuenciales”, que aprenden una lengua después de la otra? ¿Depende de su edad su capacidad de hacerlo?

Depende mucho de la edad. Si hablamos de niños que aprenden dos idiomas antes de, digamos, los siete años, pueden llegar a ser hablantes nativos de esos dos idiomas, aunque los aprendan de forma secuencial, a pesar de que el proceso es un poco diferente al de los bilingües simultáneos. Las personas que aprenden un idioma después de esa edad —la edad exacta es objeto de acalorados debates— no suelen alcanzar el mismo nivel de competencia; eso puede significar, por ejemplo, hablar con acento o cometer algunos errores gramaticales inusuales para los hablantes nativos.

Aunque también hay algunos adultos que son capaces de aprender idiomas muy, muy bien, no cabe duda de que es más fácil aprender un idioma antes de la adolescencia que de adulto, pero no entendemos del todo por qué.

¿Influyen los conocimientos y la experiencia de una persona en un idioma en la comprensión y el aprendizaje de otro?

Muchas cosas son específicas de cada idioma y no se transfieren. Aprender el pasado en español no me va a ayudar mucho a aprender a hacerlo en inglés. Pero en cuanto al significado, por ejemplo, lo que aprendes en tu lengua materna te ayuda. Digamos que he aprendido las palabras en español para vaca, caballo, cerdo y gallina. Esas palabras son muy específicas del español, pero también aprendí que todos ellos son animales de granja. Ese tipo de conexiones entre palabras se transfieren a otro idioma, así que no estás aprendiendo un sistema semántico completamente nuevo.

¿Y aprender a leer? ¿Es diferente de aprender a hablar?

La mayoría de los científicos estarían de acuerdo en que los humanos, como especie, estamos preparados para aprender a hablar un idioma, sin necesidad de que nos lo enseñen explícitamente. Pero nuestros cerebros no nacen preparados para aprender a leer; es algo que tenemos que enseñarnos a nosotros mismos. Así que lo que se aplica al lenguaje hablado no necesariamente se aplica a la lectura.

Pero lo que sí es cierto es que tener una base más sólida en el lenguaje oral ayuda a los niños a aprender a leer mejor. También sabemos que cuando los niños están aprendiendo a leer en una segunda lengua, el número de palabras que conocen en su primera lengua es un indicador de sus habilidades lectoras en la segunda.

Hábleme de su investigación actual. ¿Qué preguntas espera responder y cómo lo está estudiando?

Estudiamos cómo los niños comprenden y procesan el lenguaje antes de empezar a hablar. Estudiar la comprensión es difícil, porque ocurre en la mente.

Para ello utilizamos el seguimiento ocular. Hay un tipo especial de cámara que sigue los movimientos oculares de los niños mientras miran imágenes o vídeos en una pantalla. Si de repente digo: “¡Oh, mira, un perro!”, sus ojos buscarán inmediatamente al perro. Podemos hacer diferentes manipulaciones: ¿Entienden la diferencia entre perro y gato, por ejemplo? ¿Y si digo casa y cama, que tienen sonidos parecidos? ¿Es más difícil?

Al realizar estas tareas de seguimiento ocular en los dos idiomas que los niños bilingües están aprendiendo, podemos plantearnos preguntas como: ¿Cómo se relaciona su capacidad de procesamiento del lenguaje en un idioma con su procesamiento del lenguaje en otro? ¿Y cómo cambia esto con el tiempo a medida que están más expuestos a una u otro idioma?

Una niña está sentada en una silla de oficina y señala las imágenes que está viendo en un monitor frente a ella.

El laboratorio de Adriana Weisleder utiliza el seguimiento ocular para estudiar el desarrollo temprano del lenguaje en niños bilingües. Controlando los movimientos oculares de los niños mientras miran imágenes en una pantalla, los investigadores pueden saber con qué rapidez procesan sonidos y palabras relacionados con determinadas imágenes.

CRÉDITO: CORTESÍA DEL LABORATORIO DE LENGUAJE INFANTIL / UNIVERSIDAD NORTHWESTERN

Otra razón por la que estamos haciendo esto es para encontrar mediciones tempranas del procesamiento del lenguaje que puedan ayudar a identificar a los niños con deficiencias del lenguaje, de modo que podamos darles terapias del habla y el lenguaje en el momento en que pensamos que van a beneficiarse más.

Una de las cosas que hemos aprendido hasta ahora es que los niños bilingües parecen mostrar algunas de las mismas características de procesamiento del lenguaje que los niños monolingües. Un ejemplo concreto es que hacen lo que llamamos “procesamiento incremental” del habla. En realidad, no esperan hasta el final de una palabra o frase para interpretarla, sino que lo hacen a medida que se desarrolla el discurso. Si te enseño una foto de un perro y un bebé, en cuanto oigas el sonido de una “p”, si estás mirando al bebé, pasarás a mirar al perro.

El procesamiento incremental del lenguaje es un signo de madurez en el procesamiento del lenguaje y puede ayudar a predecir el desarrollo lingüístico y cognitivo posterior. Sabemos que los niños pequeños monolingües realizan este procesamiento incremental desde el principio. Y nuestros estudios demuestran que los niños bilingües también lo hacen, al menos en su lengua dominante. Es posible que tarden más en aprender la lengua a la que están menos expuestos.

Parece que, en general, los niños son muy capaces de aprender a hablar varios idiomas a los que están expuestos. ¿Es esto algo ampliamente apreciado entre los padres, especialmente los de familias inmigrantes?¿Se ha encontrado con algún reparo o preocupaciones a la hora de educar a los niños de forma bilingüe?

Por desgracia, hay muchas ideas equivocadas sobre el bilingüismo. Lo que escuchamos de los padres —especialmente de los padres inmigrantes latinos en Estados Unidos— es que, por un lado, existe el deseo de que los niños hablen su lengua materna y sean bilingües. Pero, al mismo tiempo, los padres temen que esto pueda confundir a sus hijos o hacer que no aprendan inglés tan bien, y que eso pueda suponer un freno para sus hijos en aspectos clave e importantes.

En realidad, lo que más disuade a los padres de enseñar su lengua materna es que en las escuelas sus hijos solo serán evaluados en inglés.

Personas marchan en medio de una avenida portando un cartel con banderas de países hispanos y escrita sobre ellas la frase

Manifestantes sostienen una pancarta con la frase “Hablamos español” en la Quinta Avenida de Manhattan, Nueva York, durante el desfile del Día de la Herencia Hispana de 2019.

CRÉDITO: FOTO DE IRA L. BLACK / CORBIS VIA GETTY IMAGES

También existen temores y experiencias de discriminación contra los niños cuando hablan su lengua materna. Por ejemplo, en épocas de fuerte sentimiento antihispano en Estados Unidos, los padres pueden frenar sus esfuerzos por enseñar español a sus hijos, como matricularlos en colegios bilingües.

También existen ideas equivocadas entre algunos profesionales. En encuestas y entrevistas con pediatras hemos descubierto que, aunque suelen estar de acuerdo en que el bilingüismo puede ser beneficioso para los niños, expresan ciertas dudas cuando se les pregunta, por ejemplo, si hablar otro idioma puede dificultar el aprendizaje del inglés. Creo que cuando los pediatras observan que los niños bilingües parecen no adquirir el inglés al mismo ritmo que los monolingües, eso les hace temer si deben recomendar a los padres que hablen su lengua materna.

También vemos que los pediatras se ponen nerviosos cuando se trata de niños con discapacidades de desarrollo o dificultades de comunicación. Pero la investigación sugiere que los niños con discapacidades también son capaces de aprender dos idiomas; el bilingüismo no agrava sus dificultades.

Imagino que esto podría contribuir a la pérdida de los idiomas autóctonos entre las familias inmigrantes en Estados Unidos. Una encuesta del Pew Research Center de 2023 reveló que uno de cada cuatro latinos en EE.UU. dice que solo puede mantener una conversación en español un poco o nada, y las cifras aumentan significativamente cuando nos centramos solo en los latinos de tercera generación o más. ¿Qué otros factores contribuyen a ello?

En Estados Unidos, los idiomas distintos del inglés rara vez reciben apoyo en las escuelas o por parte de la sociedad en general. Esos idiomas son tratados como si tuvieran un estatus inferior, y esto es especialmente cierto en el caso de las lenguas asociadas a las comunidades de inmigrantes, como los hispanos. Así que acaban siendo los padres o las familias quienes tienen que hacer todo el trabajo de apoyar ambos idiomas. Pero la forma más natural de que los niños aprendan idiomas es comunicándose activamente con sus compañeros y amigos, no solo con la familia.

Así que a veces los niños simplemente no utilizan tanto su lengua materna y la pierden con el tiempo. Otras veces prefieren el inglés porque es la lengua que más les ayuda a comunicarse en el mundo, y a veces incluso rechazan activamente sus lenguas maternas. Los niños no quieren que se les etiquete como “diferentes”, y la lengua no es más que otra forma de excluirles.

Un gráfico muestra que las habilidades lingüísticas en español de los latinos en EE.UU. van desapareciendo a lo largo de las generaciones de inmigrantes: el 75 % de los latinos estadounidenses afirma poder mantener una conversación en español bastante bien o muy bien. Una mayoría mucho más pequeña (57 %) de todos los latinos nacidos en EE.UU. afirman lo mismo. Solo el 34 % de los latinos de tercera generación o superior afirman que pueden mantener una conversación en español al menos bastante bien.

Una encuesta realizada entre los latinos de EE.UU. reveló que la mayoría de ellos (75 %) dice que puede mantener una conversación en español. Sin embargo, si nos centramos en los latinos de tercera generación o más, la proporción de los que no hablan español es mucho mayor: casi dos tercios (65 %) dicen que no pueden mantener una conversación en español.

He leído en su revisión que los niños bilingües de hogares hispanos en EE.UU. obtienen a menudo resultados académicos relativamente más bajos que los monolingües, lo que contrasta con lugares como Quebec, Canadá, donde la mayoría de los niños llegan a ser lingüística y académicamente competentes tanto en inglés como en francés. ¿A qué se debe esto?

Hay muchas razones posibles para explicar los peores resultados académicos observados en los niños bilingües de hogares hispanos en comparación con los monolingües. Es probable que algunas no estén relacionadas en absoluto con el bilingüismo, ya que suele haber diferencias entre estos grupos en cuanto a estatus socioeconómico, educación de los padres, acceso a una educación infantil de alta calidad y otros factores.

Pero en la medida en que pensamos que el bilingüismo desempeña un papel, creo que cuando los niños bilingües son evaluados solo en inglés —como ocurre en las escuelas de EE.UU.— estas pruebas pueden subestimar sus conocimientos y capacidades. Otro dato que corrobora esta afirmación es que los niños de hogares bilingües que van a escuelas bilingües —donde los niños están realmente inmersos en varias lenguas en lugar de recibir simplemente una sola lección sobre ellas— no obtienen peores resultados que sus compañeros monolingües. Para mí, esto sugiere que los niños bilingües pueden rendir académicamente tan bien como los monolingües, pero se percibe que rinden menos cuando las evaluaciones se hacen solo en inglés.

En Quebec o en otros lugares donde el bilingüismo cuenta con el pleno apoyo de las familias, las escuelas y la sociedad en general, los niños pueden llegar a ser académicamente competentes en ambos idiomas. Pero Estados Unidos no tiene ese tipo de contexto.

¿Qué puede hacerse a nivel social y educativo en Estados Unidos para ayudar a los niños a dominar o mantener el dominio de varios idiomas?

En 2023 publicamos un artículo sobre este tema en Policy Insights from the Behavioral and Brain Sciences. Uno de los puntos que planteamos es que deberíamos interiorizar que es un derecho de todos los niños tener acceso a sus propios idiomas. Debemos comprometernos a apoyar la diversidad lingüística porque enriquecerá nuestra sociedad.

Más concretamente, tenemos que apoyar los programas dirigidos por la comunidad —como algunos con los que trabajo aquí en Chicago— que incorporan la lengua, la cultura, el arte, la música, y proporcionan contextos naturales y fructíferos para apoyar las lenguas maternas. Tener interlocutores significativos —no solo los padres, sino también los amigos, los compañeros, los profesores, otras personas— es una señal muy importante para los niños que les motiva a hablar la lengua materna.

Un niño junto a un hombre arrodillado ante una mesa con libros infantiles. Al fondo hay un cartel que dice “Libros para día de los muertos”

Son Chiquitos, un programa de la Casa de Cultura de la calle 18 de Chicago, ofrece sesiones de inmersión en español para familias y niños. Programas comunitarios como este, que incorporan la lengua, la cultura, el arte y la música, pueden motivar a los niños a hablar su lengua materna.

CRÉDITO: FOTO DE GINA GAMBOA

Las escuelas bilingües son también una forma excelente de apoyar el multilingüismo. Pero, por desgracia, lo que parece haber ocurrido en EE.UU. es que estas escuelas tienden a atender a familias de nivel socioeconómico más alto que quieren que sus hijos aprendan otro idioma. Así que no atienden tanto las necesidades de las comunidades inmigrantes que más podrían beneficiarse de ellas.

En cuanto a las escuelas en general, también deberíamos dejar de lado las normas de evaluación exclusivamente en inglés y centrarnos en apoyar y evaluar el progreso académico de los niños de forma que puedan hacer uso de sus competencias multilingües.

¿Puede hablarme un poco de su propia experiencia al tratar de criar a un niño de forma bilingüe, y de los retos que ha experimentado?

Aunque el español es mi lengua materna, ahora uso el inglés casi de forma dominante y mi esposo y yo nos comunicamos sobre todo en inglés. Intento hablar con mi hija, que tiene un año y medio, exclusivamente en español. Pero no siempre es práctico, como cuando estamos todos juntos.

Aunque tiene algunas palabras en español y entiende casi todo lo que le digo en español, su vocabulario ha avanzado mucho más rápido en inglés. Intento reconocer lo que dice en inglés y repetirlo en inglés, pero también intento introducir algunas palabras en español para que, con suerte, las asimile.

Otra cosa que intentaremos hacer es pasar más tiempo con mi familia y en Costa Rica, de donde soy; si tiene más gente a su alrededor hablando en español, creo que eso ayudará a solidificar algo del idioma en ella.

¿Tiene algún consejo para otros padres que intentan educar a sus hijos en más de un idioma?

Una cosa importante es encontrar formas de mantener conversaciones profundas, envolventes y significativas con tu hijo. Yo he intentado motivar a mi hija pequeña para que hable español cuando juega conmigo y durante los momentos en los que se crean lazos afectivos de calidad. Lo que intento evitar es, por ejemplo, utilizar el español solo cuando trato de disciplinarla.

Yo animaría a los padres a buscar libros bilingües o en su lengua materna. Los libros proporcionan un lenguaje complejo y diverso para utilizar, e historias de las que hablar. Un estudio reciente de mi laboratorio demuestra que los padres latinos utilizan más el español cuando leen libros bilingües con sus hijos. Y una vez que los niños son un poco mayores, utilizar los medios de comunicación para encontrar contenidos divertidos y auténticos en su lengua materna también puede ser útil.

Espero que lo que los padres saquen de todo esto es que el bilingüismo es fascinante, genial y complejo, y no algo a lo que se le deba tener miedo. Es una ventaja maravillosa para los niños que, a menudo, ellos mismos apreciarán más adelante. Pero puede ser muy duro cuando lo haces solo. Yo animaría a los padres a encontrar una comunidad que los apoye en el proceso.

Artículo traducido por Debbie Ponchner

Este reportaje forma parte de la serie de Knowable Magazine y Knowable en español sobre ciencia que afecta a o que es realizada por latinos en Estados Unidos, apoyada por el Grupo de Ciencia y Medios Educativos del HHMI.

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