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CRÉDITO: MEDSCI / ALAMY STOCK PHOTO

El Proyecto de las Ratas de Chicago rastrea cómo los venenos afectan a la salud de las ratas y cómo los roedores afectan el riesgo de las personas de contraer enfermedades.

El manejo de las ratas y la salud en la ciudad con más roedores de Estados Unidos

OPINIÓN: Según un estudio realizado en Chicago, los roedores que sobreviven al envenenamiento tienen más probabilidades de transmitir enfermedades. El control de plagas debe tomar en cuenta estos aspectos.


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Este invierno, tuve el no tan glamuroso trabajo de recoger muestras de órganos de ratas atrapadas en los callejones de Chicago. Normalmente, una rata muerta no es especialmente atractiva, pero una me llamó la atención. Su estómago era de color azul brillante: un signo fidedigno de presencia de veneno para ratas teñido de verde azulado.

Los venenos para ratas (también llamados rodenticidas) son una forma habitual de controlar estos animales en ciudades de todo el mundo. A pesar de su ubicuidad, los rodenticidas son cada vez más controvertidos porque pueden matar accidentalmente a animales domésticos o depredadores que se coman el veneno o a las ratas envenenadas. En los últimos años, varios estados, entre ellos California y Massachusetts, han aprobado proyectos de ley que restringen el uso de rodenticidas en un esfuerzo por conservar la fauna salvaje.

Nuestro trabajo también ha planteado otro problema imprevisto: las ratas envenenadas de las que tomamos muestras y que lograron sobrevivir al envenenamiento tenían tres veces más probabilidades de infectarse con leptospirosis, la enfermedad zoonótica más extendida del mundo (de animal a humano).

Dirijo el Proyecto de las Ratas de Chicago desde 2018. Nuestra ciudad es famosa por sus rascacielos y su paseo peatonal junto al lago, pero también por los roedores: ha sido apodada como la “ciudad con más ratas de Estados Unidos” durante los últimos ocho años consecutivos, basándose en el número de quejas que recibe la ciudad por las ratas.

Estudiamos cómo interactúan las ratas con las personas, la fauna y el medio ambiente para comprender mejor los riesgos que entrañan para la salud pública y mejorar su gestión. Para ello utilizamos un enfoque holístico conocido como One Health (una sola salud), que contempla todos los aspectos de la salud y las interconexiones entre la salud de las personas, los animales y el medio ambiente. El interés académico y público por One Health ha aumentado espectacularmente desde la pandemia de la Covid-19, sobre todo porque puede ayudar a encontrar resultados beneficiosos para todos, que protejan al mismo tiempo el medio ambiente y el bienestar humano.

Las ratas pueden ser portadoras de docenas de enfermedades transmisibles a las personas. La leptospirosis, presente en la orina de las ratas, provoca fiebre, dolor e insuficiencia renal, y puede ser mortal si no se trata. Considerada la enfermedad zoonótica más extendida, la leptospirosis es más común en zonas tropicales propensas a las inundaciones. Aunque la enfermedad es más rara en EE.UU., residentes urbanos han muerto de leptospirosis tras infestaciones de ratas, y es cada vez más frecuente en perros domésticos. Además, las heces de las ratas pueden contener salmonela (bacteria comúnmente conocida por intoxicaciones alimentarias) y SARM (“superbacterias” que se han hecho resistentes a los antibióticos). Las mordeduras de rata pueden transmitir la fiebre por mordedura de rata, y las pulgas de las rata pueden (aunque raramente) transmitir la peste.

Nuestro grupo ha estudiado todos los aspectos de las interacciones entre humanos y ratas. Por ejemplo, descubrimos que las ratas hacían que los residentes de Chicago se sintieran inseguros de utilizar sus patios y jardines, que en aquella época eran tan importantes para socializar y recrearse. En nuestra ciudad, los residentes con menos ingresos y los de color tienen más probabilidades de encontrar orina y heces de rata dentro de sus casas. No es de extrañar que en los callejones de Chicago con más basura disponible haya más ratas.

Un hallazgo sorprendente de nuestro grupo, extraído de un estudio de 99 ratas atrapadas y analizadas en 2018, fue que las ratas que sobrevivieron al envenenamiento tenían tres veces más probabilidades de ser portadoras de leptospirosis que las ratas nunca expuestas al veneno. La drástica diferencia en la prevalencia de la infección fue sorprendente, pero refleja los resultados de otros estudios que muestran que los depredadores expuestos al veneno para ratas tienen más probabilidades de tener parásitos, probablemente porque estos compuestos afectan a sus sistemas inmunitarios.

Sorprendentemente, también descubrimos que las ratas de algunos barrios ricos tienen más probabilidades de ser portadoras de leptospirosis —quizá porque las propiedades más grandes y antiguas de Chicago suelen tener más agua estancada, donde puede proliferar la bacteria leptospira—. Los residentes acomodados también pueden ser más propensos a contratar a profesionales en plagas que utilizan rodenticidas. Las ratas no son “solo” un problema asociado a la pobreza.

En 2021, encuestamos a casi 700 personas de Chicago sobre las ratas. Lamentablemente, solo el 30 % de los encuestados sabía que las ratas pueden transmitir la leptospirosis. Conocer los riesgos podría animar a más gente a utilizar guantes y cloro para limpiar la orina de las ratas.

También descubrimos que es menos probable que los residentes denuncien la presencia de ratas (y, por tanto, menos probable que reciban desratización gratuita de la ciudad) si no creen que la ciudad se tomará en serio sus quejas. Las comunidades marginadas y desatendidas, ya de por sí más propensas a tener desechos de ratas en sus casas, tienen menos probabilidades de creer que alguien pueda ayudarles con sus ratas. Esto agrava los problemas existentes de equidad sanitaria.

Entonces, ¿qué hay que hacer? El paso más importante es cortar el interminable bufé que es la basura para las ratas. La ciudad de Nueva York acaba de aprobar una ley que obliga a los residentes a sacar la basura mucho más tarde la noche anterior a la recolección, por ejemplo, y ha puesto en marcha un programa municipal de compostaje debido a las ratas. Son pasos en la dirección correcta.

Limitar el uso de raticidas —por ejemplo, solo por parte de profesionales con licencia— ayudaría a prevenir sus efectos involuntarios sobre las ratas y otros animales salvajes. En la Columbia Británica, Canadá, se han aplicado recientemente restricciones más estrictas, que solo permiten a los “servicios esenciales”, como los hospitales y los productores de alimentos, comprar y utilizar rodenticidas anticoagulantes

Una gestión eficaz de las ratas requiere algo más que saber cómo matarlas eficazmente. También se trata de cambiar el comportamiento humano para evitar que las ratas prosperen, enfermen o entren en las casas; y de enseñar a la gente a reportar y cómo lidiar con las ratas y sus desechos. Las personas, las ratas y otros animales silvestres urbanos están interconectados y nuestro planteamiento del control de roedores debe tener en cuenta estas conexiones.

Artículo traducido por Debbie Ponchner

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