La ciencia de una mente errante
DE NUESTRO ARCHIVO: Más que una simple distracción, la mente que divaga (y su primo, soñar despierto) puede ayudarnos a prepararnos para el futuro.
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Esta nota es del archivo de Knowable Magazine. Se publicó originalmente en septiembre de 2022.
Cuando el psicólogo Jonathan Smallwood se propuso estudiar la divagación mental —también conocida como vagabundeo mental, mente errante o mind-wandering— hace unos 25 años, pocos de sus colegas pensaron que fuera una buena idea. ¿Cómo se podía pretender investigar esos pensamientos espontáneos e impredecibles que surgen cuando las personas dejan de prestar atención a su entorno y a la tarea que tienen entre manos? ¿Pensamientos que no pueden relacionarse con ningún comportamiento exterior medible?
Pero Smallwood, que ahora trabaja en la Queen’s University de Ontario, Canadá, siguió adelante. Utilizó como herramienta una tarea de computadora francamente tediosa que pretendía reproducir el tipo de lapsus de atención que nos hace echar leche en la taza de alguien que nos ha pedido solo café negro. Empezó preguntando a los participantes en el estudio algunas cuestiones básicas para saber cuándo y por qué las mentes tienden a distraerse, y hacia qué temas tienden a distraerse. Al cabo de un tiempo, empezó también a escanear los cerebros de los participantes para ver qué ocurría allí dentro cuando la mente divagaba.
Smallwood aprendió que las mentes infelices tienden a vagar por el pasado, mientras que las felices suelen reflexionar sobre el futuro. También se convenció de que vagar entre nuestros recuerdos es crucial para ayudarnos a prepararnos para lo que está por venir. Aunque algunos tipos de vagabundeo mental —como obsesionarse con problemas que no tienen solución— pueden asociarse a la depresión, Smallwood cree ahora que la divagación mental pocas veces es una pérdida de tiempo. No es más que nuestro cerebro intentando hacer algo de trabajo cuando tiene la impresión de que no está sucediendo mucho más.
Smallwood, coautor en 2015 de un influyente resumen de la investigación sobre la divagación mental en el Annual Review of Psychology, es el primero en admitir que aún quedan muchas preguntas por responder.
Esta entrevista ha sido editada para lograr mayor claridad.
¿Es la divagación mental lo mismo que soñar despierto, o diría que son diferentes?
Creo que es un proceso similar utilizado en un contexto diferente. Cuando uno está de vacaciones y tiene mucho tiempo libre, se podría decir que sueña despierto con lo que le gustaría hacer a continuación. Pero cuando se está bajo presión para rendir, los mismos pensamientos se consideran vagabundeos mentales.
Creo que es más útil hablar de los procesos subyacentes: el pensamiento espontáneo o la disociación de la atención de la percepción, que es lo que ocurre cuando nuestros pensamientos se separan de nuestra percepción del entorno. Ambos procesos tienen lugar durante la divagación mental y el soñar despierto.
A menudo tardamos en darnos cuenta de que estamos divagando. ¿Cómo puede captarlo para estudiarlo en otras personas?
Al principio, les dábamos tareas experimentales muy aburridas para que la mente divagara mucho. Solo preguntábamos de vez en cuando: “¿Estás divagando?”, mientras registrábamos la actividad cerebral en un escáner de IRMf.
Pero de lo que me he dado cuenta, después de hacer estudios como este durante mucho tiempo, es de que si queremos saber cómo funciona el pensamiento en el mundo real, donde la gente hace cosas como ver la tele o salir a correr, la mayoría de los datos que tenemos nunca nos van a decir gran cosa.
Así que ahora estamos intentando estudiar estas situaciones. Y en lugar de hacer experimentos en los que solo preguntamos: “¿Tu mente está divagando?”, ahora le hacemos a la gente muchas preguntas diferentes, como: “¿Tus pensamientos son detallados? ¿Son positivos? ¿Te distraen?”
¿Cómo y por qué decidió estudiar la divagación mental?
Empecé a estudiar la divagación mental al principio de mi carrera, cuando era joven e ingenuo.
Entonces no entendía muy bien por qué nadie lo estudiaba. La psicología se centraba entonces en el comportamiento exterior medible. Pensé para mí mismo: eso no es lo que quiero entender acerca de mis pensamientos. Lo que quiero saber es: ¿por qué vienen, de dónde vienen y por qué persisten, aunque interfieran con la atención en el aquí y ahora?
Más o menos al mismo tiempo, se desarrollaban las técnicas de imagen cerebral, que indicaban a los neurocientíficos que algo ocurría en el cerebro incluso cuando no estaba ocupado con una tarea conductual. Grandes regiones del cerebro, ahora denominadas red neuronal por defecto, hacían lo contrario: si se asignaba una tarea a una persona, la actividad de estas zonas disminuía.
Cuando los científicos establecieron este vínculo entre la actividad cerebral y la divagación mental, se puso de moda. He tenido mucha suerte, porque no había previsto nada de eso cuando empecé mi doctorado, en la Universidad de Strathclyde, en Glasgow. Pero he visto como todo esto se ha desarrollado.

La red neuronal por defecto del cerebro consta de un núcleo y dos subsistemas. Jonathan Smallwood y sus colegas recopilaron los términos más utilizados en artículos científicos que informan de la actividad de uno o varios de los sistemas. Los resultados, presentados en estas nubes de palabras, sugieren funciones para cada parte de la red. El núcleo: interviene en el pensamiento sobre uno mismo. El subsistema del lóbulo temporal medial: pensar en cosas que pasan, o procesos episódicos. El subsistema medial dorsal: pensamiento sobre procesos sociales. Según Smallwood, estos tres aspectos se unen a menudo durante la divagación mental.
¿Diría entonces que la mente errante es el modo por defecto de nuestro cerebro?
Resulta ser más complicado que eso. Al principio, los investigadores estaban muy seguros de que la red neuronal por defecto rara vez aumentaba su actividad durante las tareas. Pero todas estas tareas estaban todas enfocadas al exterior —es decir, implicaban hacer algo en el mundo exterior—. Más tarde, cuando los investigadores pidieron a los participantes que realizaran una tarea que no requiriera interactuar con el entorno, como pensar en el futuro, también se activó la red neuronal por defecto.
Más recientemente, hemos identificado tareas mucho más sencillas que también activan la red neuronal por defecto. Si dejamos que la gente observe una serie de formas, como triángulos o cuadrados, en una pantalla, y de vez en cuando les sorprendemos y les preguntamos algo —como: “en la última prueba, ¿de qué lado estaba el triángulo?”—, las regiones de la red neuronal por defecto aumentan su actividad cuando toman esa decisión. Se trata de una observación desafiante si se piensa que la red neuronal por defecto es solo un sistema de vagabundeo mental.
Pero lo que ambas situaciones tienen en común es que la persona utiliza información de la memoria. Ahora creo que la red neuronal por defecto es necesaria para cualquier pensamiento basado en información de la memoria —y eso incluye la divagación mental—.
¿Sería posible demostrar que efectivamente es así?
En un estudio reciente, en lugar de preguntar a la gente si estaba prestando atención, fuimos un paso más allá. Las personas estaban en un escáner leyendo frases cortas en una pantalla. De vez en cuando, les mostrábamos un mensaje que decía “Recuerda”, seguido de un elemento de una lista de cosas de su pasado que habían proporcionado antes. Entonces, en lugar de leer, recordaban lo que les habíamos mostrado. Podíamos hacer que recordaran.
Lo que descubrimos es que los escáneres cerebrales de este experimento se parecen notablemente a la mente errante. Eso es importante: nos da más control sobre el patrón de pensamiento que cuando ocurre espontáneamente, como en la divagación mental natural. Por supuesto, eso también es una debilidad, porque no es espontáneo. Pero ya hemos hecho muchos estudios espontáneos.
Cuando hacemos que la gente recuerde cosas de la lista, recapitulamos bastante de lo que vimos en la divagación mental espontánea. Esto sugiere que al menos parte de la actividad que observamos cuando la mente divaga está asociada a la recuperación de recuerdos. Ahora creemos que la disociación entre atención y percepción se produce porque la gente está recordando.

En tres experimentos diferentes, regiones similares del cerebro se activaron cuando los sujetos admitieron que sus mentes se habían desviado de una tarea, como se muestra aquí en escáneres de resonancia magnética funcional. Todas estas zonas pertenecen a una parte del cerebro denominada red neuronal por defecto.
¿Le ha preguntado a las personas hacia dónde vagan sus mentes?
El pasado y el futuro parecen dominar el pensamiento de las personas. Creo que cosas como la divagación mental son intentos del cerebro de dar sentido a lo que ha sucedido, para poder comportarnos mejor en el futuro. Creo que este tipo de pensamiento está muy arraigado en la forma en que nuestra especie ha conquistado el mundo. Casi nada de lo que hacemos en un momento dado puede considerarse solo importante en ese momento.
Esa es una diferencia definitoria. Con esto no quiero decir que otros animales no puedan imaginar el futuro, sino que nuestro mundo se basa en nuestra capacidad de hacerlo y de aprender del pasado para construir un futuro mejor. Creo que los animales que se centraban solo en el presente fueron superados durante millones de años por otros que recordaban cosas del pasado y podían centrarse en objetivos futuros, hasta llegar a los humanos, una especie obsesionada con tomar cosas que ya habían ocurrido y utilizarlas para obtener un valor añadido para su comportamiento futuro.
También es muy frecuente que las personas divaguen mentalmente sobre situaciones sociales. Esto tiene sentido, porque tenemos que trabajar con otras personas para conseguir casi todos nuestros objetivos, y otras personas son mucho más impredecibles que el Sol saliendo por la mañana.
Aunque es claramente útil, ¿no es también muy deprimente volver una y otra vez a cuestiones del pasado?
Ciertamente puede serlo. Hemos descubierto que divagar sobre el pasado tiende a asociarse con un estado de ánimo negativo.
Permítanme darle un ejemplo de lo que creo que puede estar ocurriendo. Para un científico como yo, encontrar soluciones creativas a problemas científicos divagando mentalmente es muy gratificante. Pero puede imaginarse que si mi situación cambia y me encuentro con una serie de problemas que no puedo solucionar, el hábito de repasar el pasado puede resultar difícil de romper. Mi cerebro seguirá activando el sistema de resolución de problemas, aunque no pueda hacer nada para solucionarlos, porque ahora mis problemas son cosas como estar en el proceso de divorcio y que mi pareja no quiera saber nada más de mí. Si ocurre algo así y lo único que tengo es un sistema imaginativo de resolución de problemas, no me va a ayudar, solo me va a disgustar. Necesito dejarlo ir.
Ahí es donde creo que la atención plena podría ser útil, porque la idea de la atención plena o mindfulness es llevar tu atención al momento. Así que, si fuera más consciente, entraría en modo de resolución de problemas con menos frecuencia.
Si pasas el tiempo suficiente practicando estar en el momento, quizá se convierta en un hábito. Se trata de ser capaz de controlar la divagación mental. La terapia cognitivo-conductual para la depresión, cuyo objetivo es ayudar a las personas a cambiar su forma de pensar y de comportarse, es otra forma de reducir las divagaciones mentales perjudiciales.

La divagación mental puede ser útil, neutra o negativa, según las circunstancias. Cuando es contraproducente —quizá porque la persona se está obsesionando con un problema que no puede resolverse—, las prácticas de atención plena o mindfulness, como la meditación, pueden ayudar.
CRÉDITO: FOTO POR MUNI CITTO EN UNSPLASH
Hoy en día, parece que muchos de los momentos de ocio en los que antes nuestra mente divagaba los pasamos pegados a nuestros teléfonos. ¿Cómo cree que puede cambiar eso el funcionamiento de nuestro cerebro?
Lo interesante de las redes sociales y la divagación mental, creo, es que pueden tener motivaciones similares. El vagabundeo mental es muy social. En nuestros estudios, encerramos a la gente en pequeñas cabinas y les hacemos hacer estas tareas y siguen saliendo y diciendo: “Estoy pensando en mis amigos”. Eso nos dice que estar al día con los demás es muy importante para las personas.
Los grupos sociales son tan importantes para nosotros como especie que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo intentando anticiparnos a lo que van a hacer los demás, y creo que las redes sociales están llenando parte del vacío que intenta llenar la divagación mental. Es como recibir información social: puedes intentar imaginar lo que está haciendo tu amigo, o puedes solo enterarte por internet. Aunque, por supuesto, hay una diferencia importante: cuando la mente divaga, ordenas tus propios pensamientos. El consumo de redes sociales es más pasivo.
¿Podríamos suprimir la divagación mental en situaciones peligrosas?
La divagación mental puede ser beneficiosa y también un maleficio, pero no estoy seguro de que sepamos todavía cuándo sería una buena idea detenerla. En nuestros estudios actuales, intentamos determinar cómo piensa la gente en distintos tipos de tareas. Esperamos que este enfoque nos ayude a determinar cuándo es útil que la mente divague y cuándo no, y cuándo debemos intentar controlarlo y cuándo no.
Por ejemplo, en nuestros estudios, las personas más inteligentes no divagan tanto cuando la tarea es difícil, pero pueden hacerlo más cuando las tareas son fáciles. Es posible que utilicen el tiempo de inactividad, cuando el mundo exterior no demanda su atención, para pensar en otros asuntos importantes. Esto pone de relieve la incertidumbre sobre si la divagación mental es siempre algo malo, porque este tipo de resultado implica que es probable que sea útil en algunas circunstancias.
Este mapa —de cómo piensa la gente en distintas situaciones— se ha convertido en algo muy importante en nuestra investigación. Este es el trabajo en el que voy a centrarme ahora, probablemente durante el resto de mi carrera.
Artículo traducido por Debbie Ponchner
10.1146/knowable-072325-1
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