¿Se puede creer en las encuestas? Eso depende.
Un veterano de las encuestas explica por qué son importantes los sondeos de calidad y advierte sobre la proliferación de prácticas poco fiables.
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En vísperas de las elecciones presidenciales de 2024, muchos estadounidenses siguen con ansiedad los últimos sondeos políticos y recuerdan los errores cometidos en elecciones recientes.
Hay buenas razones para ser escépticos con las encuestas de opinión, afirma el psicólogo social Jon Krosnick, de la Universidad de Stanford, que lleva décadas estudiando estos métodos de sondeo. Desde principios de la década de 2000 han proliferado las encuestas en línea de bajo costo. El resultado es una avalancha de datos poco fiables que enturbian aún más nuestro ecosistema informativo.
Sin embargo, las encuestas —cuando se hacen correctamente— son fundamentales para comprender lo que piensa la gente, lo que motiva su comportamiento futuro y mucho más. Encuestar a una muestra aleatoria de la población proporciona una instantánea de datos que pueden servir de base para la elaboración de políticas, por ejemplo, para conocer la tasa de desempleo o saber a través de antiguos fumadores qué les ayudó a dejar de fumar. Y, por supuesto, las encuestas políticas —el sondeo de la opinión pública sobre los candidatos y cuestiones relacionadas— pueden estimar cómo se inclinan los votantes en elecciones competitivas y por qué.
En estos tiempos de polarización política, los sondeos precisos son más importantes que nunca, afirma Krosnick. Krosnick habló con Knowable Magazine sobre cómo se realiza un sondeo adecuado y por qué entender la opinión pública es importante para la democracia. Esta entrevista ha sido editada para mayor claridad.
¿Por qué es importante encuestar a la opinión pública?
Los estadounidenses se dan cuenta de que el gobierno no está ahí simplemente para representarlos a ellos como individuos; el gobierno está ahí para representarnos a todos. ¿Cómo saber lo que piensa la mayoría del país sobre la actuación del Presidente o sobre cuestiones como el control de armas o el aborto? Se necesitan encuestas para saberlo.
¿Qué utilidad tienen, especialmente en este clima polarizado?
En primer lugar, ¿cómo sabemos que el país está polarizado? ¡Con encuestas! Necesitamos sofisticados análisis de encuestas realizados por personas que analicen en detalle lo que piensa la gente, sobre cómo estamos polarizados y cómo no lo estamos.
En segundo lugar, la polarización puede definirse de distintas maneras. ¿Ha disminuido el número de moderados y ha aumentado el de extremistas, de modo que ahora somos dos bandos de personas que apuntan al otro grupo con sendos rifles? Según las encuestas, la respuesta es no. La mayoría de los estadounidenses siguen siendo moderados. Y las encuestas muestran que hay muchos temas en los que la gran mayoría de los estadounidenses están de acuerdo. El cambio climático es un ejemplo; casi el 80 % de los estadounidenses cree que el cambio climático es real y constituye una amenaza.
En el Congreso, la historia es distinta. Los republicanos se alinean en sus votaciones muy de un lado, los demócratas se alinean del otro. Y, si me perdonan, los profesionales de la información no consideran que el hecho de que la gente esté de acuerdo entre sí tenga tanto interés periodístico como la división que vemos en el Congreso. El énfasis de las noticias en los desacuerdos ha contribuido a un malentendido generalizado de que el país está irremediablemente dividido, cuando en realidad hay muchos puntos en común.
¿Y para las elecciones en concreto, por qué necesitamos sondeos precisos?
Las encuestas pueden ser un valioso instrumento de control.
Una de las formas de mantener la paz en Estados Unidos, o al menos de mejorar la aceptación de los resultados electorales, son las encuestas. Si hacemos sondeos preelectorales científicos de alta calidad antes del día de las elecciones y dicen “Harris” una y otra vez, y luego llega el día de las elecciones y el gobierno dice “Harris”, y luego los investigadores hacen sondeos a pie de urna que también dicen “Harris”, son muchos datos que refuerzan el recuento de votos del gobierno. Si se mide lo mismo de varias formas distintas y se obtiene el mismo resultado, se puede confiar en la conclusión.
Si las encuestas dicen “Trump, Trump, Trump” de antemano, y el sondeo a pie de urna dice “Trump” y el gobierno dice “Harris”, entonces va a haber una base para decir: ¿Algo salió mal aquí? Hay un interés público en invertir en encuestas de gran calidad.
¿Cuál es la forma más precisa de encuestar al público?
La regla de oro es entrevistar cara a cara a una muestra aleatoria de personas que vivan en hogares incluidos en el fichero principal de direcciones del Servicio Postal de Estados Unidos. Con este método se obtienen los índices de respuesta más elevados, y la gente se muestra extraordinariamente atenta y sincera cuando habla cara a cara con los entrevistadores. El gobierno sigue haciendo entrevistas cara a cara para sus encuestas más importantes, que producen cifras ampliamente utilizadas por empresas, académicos que estudian la economía, economistas e inversores, y organismos gubernamentales que planifican sus acciones.
Parece caro. ¿Podemos reproducir este estándar de oro por teléfono?
Las entrevistas cara a cara son colosalmente caras. Se puede generar una muestra aleatoria de números de teléfono utilizando los códigos de área del país y los tres dígitos siguientes, que se conocen como código de la oficina central. Luego puede añadir cuatro dígitos aleatorios a esos códigos una y otra vez para hacer un montón de números aleatorios para teléfonos fijos y móviles. Esto se llama marcación aleatoria de dígitos y funciona muy bien para producir resultados muy precisos, incluso hoy en día.
“Una de las formas de mantener la paz en Estados Unidos, o al menos de mejorar la aceptación de los resultados electorales, son las encuestas”.
Las entrevistas cara a cara suelen arrojar índices de respuesta más elevados y permiten realizar entrevistas más largas, formular más preguntas y mostrar imágenes a los encuestados. Aunque las encuestas telefónicas suelen arrojar índices de respuesta más bajos, esos índices más bajos no se traducen en una precisión notablemente inferior.
¿Las encuestas por internet también pueden ser precisas?
Las encuestas por muestreo aleatorio a través de internet pueden producir mediciones muy precisas al tiempo que eliminan parte del trabajo que conllevan. La empresa Ipsos se puso en contacto con una muestra aleatoria de personas enviando invitaciones por correo a una muestra aleatoria de direcciones, y les invitó a unirse al KnowledgePanel (Panel de Conocimientos). Las personas que se inscriben reciben cada cierto tiempo correos electrónicos en los que se les invita a rellenar un cuestionario a cambio de modestos incentivos económicos, como participar en rifas o sorteos de dinero u otras recompensas. El Centro Nacional de Investigación de la Opinión de la Universidad de Chicago, la Universidad del Sur de California Dornsife, Gallup, el Centro de Investigación Pew y otros utilizan métodos similares.
Se han realizado numerosas evaluaciones de la precisión de todas estas encuestas por muestreo aleatorio. Por ejemplo, se puede preguntar al gobierno de EE.UU: ¿Cuántas personas tienen pasaporte? Y usted puede preguntar a los encuestados: ¿Tiene usted pasaporte? Si la proporción de encuestados que dicen tener pasaporte coincide con la tasa real conocida por el gobierno, eso es una prueba de la exactitud de la encuesta.
Si los investigadores pueden seguir encuestando con precisión a la opinión pública —en persona, por teléfono y en línea—, ¿por qué es un problema la calidad de las encuestas?
Por desgracia, el mundo está lleno de encuestas baratas y no científicas.
El método más común consiste en poner banners publicitarios en páginas web que dicen: “Oye, ¿te gusta hacer encuestas? Haz clic aquí”. Eso no es un muestreo aleatorio. Esos paneles de inclusión voluntaria, en los que la gente se inscribe simplemente para ganar dinero mediante encuestas, están prosperando. De hecho, hay sitios en internet que aconsejan a la gente para qué empresas trabajar con el fin de ganar más dinero lo más rápidamente posible sin que te descubran al responder irreflexivamente. Y no todos los encuestados responden con honestidad y precisión; algunos solo contestan sin leer siquiera las preguntas para poder ganar el máximo dinero posible.
Una empresa puede recopilar y difundir datos de baja calidad y aun así obtener muchos beneficios, porque hay muy poca participación humana en el trabajo una vez programado el software. La investigación ha demostrado que se obtiene lo que se paga con estos métodos baratos.
“Por desgracia, el mundo está lleno de encuestas baratas y no científicas”.
¿Se han vuelto menos precisas las encuestas realizadas científicamente? La respuesta es no. ¿Han proliferado en los últimos años las encuestas que no se realizan científicamente y que son terriblemente inexactas? La respuesta es sí.
Además de los malos métodos de muestreo, ¿de qué otra forma pueden las encuestas producir resultados inexactos?
La formulación de las preguntas marca una gran diferencia. Por ejemplo, podría preguntarle: “Está de acuerdo o en desacuerdo con esta afirmación: Joe Biden es un buen presidente”. O podría preguntarle: “¿Cree que Joe Biden es un buen presidente o que no es un buen presidente?”.
Se sabe que la primera pregunta es tendenciosa porque induce a estar de acuerdo. La gente interpreta la pregunta como: “¿Está de acuerdo o en desacuerdo conmigo en que Joe Biden es un buen presidente?”. Alrededor del 15 % de cualquier muestra nacional estará de acuerdo tanto con “Está de acuerdo o en desacuerdo: Joe Biden es un buen presidente” y su opuesto, “Está de acuerdo o en desacuerdo: Joe Biden no es un buen presidente”.
La segunda versión, “¿Cree usted que Joe Biden es un buen presidente o no es un buen presidente?” no tiene trampa. Es equilibrada y explícita y arroja resultados más precisos.
¿Qué riesgos plantean estas encuestas poco precisas para el público?
Pueden acabar con todo el campo de la investigación mediante encuestas.
Las encuestas no científicas pueden hacer mucho daño. En 2016, muchas empresas nos dijeron que Hillary Clinton tenía más de un 80 % de posibilidades de ganar. Sin embargo, mi equipo descubrió que durante la semana anterior a las elecciones de 2016, de las encuestas realizadas en los estados disputados, solo una utilizó un muestreo aleatorio. Estamos preparando esos hallazgos para publicarlos ahora. No deberían sorprenderle las malas predicciones que se hicieron, porque es basura dentro, basura fuera.
Muchas decisiones importantes se toman basándose en encuestas. Durante el Covid, los funcionarios de salud pública tomaban decisiones sobre dónde enviar recursos basándose en parte en los resultados de encuestas comunitarias en las que la gente proporcionaba hisopos nasales. Una mala investigación con encuestas puede matar a la gente. A falta de datos de buena calidad, el gobierno puede hacer cosas que descontenten a mucha gente y perjudiquen los intereses del país.
¿Cómo puede alguien determinar si una encuesta política se ha hecho de forma precisa y científica?
Cuando decido si voy a fiarme de una encuesta, leo la descripción de la metodología. ¿Se hizo con una muestra aleatoria cara a cara o mediante marcación aleatoria de dígitos por teléfono? Si es así, estupendo. ¿Se hizo en uno de esos paneles de muestras aleatorias de internet? Si es así, estupendo. Si no, no me interesa.
Pero o bien la mayoría de la gente no tiene la motivación ni el tiempo para evaluar esos detalles, o bien las organizaciones que difunden los resultados de las encuestas no describen honestamente los métodos. Por desgracia, no hay una buena respuesta.
¿Están haciendo algo las organizaciones de noticias para combatir la influencia de las encuestas de mala calidad?
No lo suficiente. Hace veinte años, las grandes agencias de noticias contaban con expertos en encuestas a tiempo completo. Conozco a personas que desempeñaban esa función. Evaluaban las encuestas antes de que los periodistas pudieran cubrirlas. Los examinadores decían: “No, no puedes escribir sobre esta encuesta, es un desastre”.
“A falta de datos de buena calidad, el gobierno puede hacer cosas que descontenten a mucha gente y perjudiquen los intereses del país”.
En algunas de las encuestas preelectorales más visibles, se seleccionaba a los encuestados potenciales a partir de listas de personas inscritas para votar y se les llamaba por teléfono. El problema es que los investigadores no pueden conseguir los números de teléfono de una gran parte de las personas que figuran en esas listas. Esto provoca lo que los investigadores llaman “falta de cobertura”, y no es una falta de cobertura imparcial. Socava la aleatoriedad de la muestra.
A medida que nos acercamos al día de las elecciones, espero que las organizaciones gasten dinero para hacer encuestas de alta calidad en los estados disputados con muestras verdaderamente aleatorias mediante marcación digital aleatoria. Pero dudo que lo hagan.
¿Tienen otros países los mismos problemas con las encuestas?
Algunos países, especialmente en Europa Occidental, han desarrollado paneles de internet con muestras aleatorias que realizan una excelente recogida de datos. Pero en general, el éxito de los métodos no científicos en Estados Unidos se ha traducido en una proliferación de métodos de mala calidad en todo el mundo. Se pueden vender los datos y alegar lo que se quiera, con el consiguiente beneficio. Y, sorprendentemente, las organizaciones que compran los datos parecen indiferentes a la mala calidad.
¿Está usted haciendo algo para solucionar estos problemas de las encuestas?
Mi universidad va a poner en marcha un nuevo centro de excelencia en investigación de encuestas. Esta nueva organización va a ayudar al mundo a hacer mejores encuestas y a entender cómo diferenciar las encuestas de buena calidad de las de baja calidad. Quizá dentro de un par de años sus lectores puedan consultar nuestro sitio web para saber si deben confiar en una encuesta concreta. ¡Tengo esperanzas!
Nunca me han llamado para una encuesta política.¿Es eso normal?
Hay cientos de millones de estadounidenses adultos, y cada encuesta es de tan solo 1.000 personas. La probabilidad de que te llamen es ínfima.
Artículo traducido por Debbie Ponchner
10.1146/knowable-101524-1
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