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CRÉDITO: AMORET TANNER / ALAMY STOCK PHOTO

En Europa, el muérdago es un símbolo tradicional de fertilidad y renovación.

Muérdagos en un mundo que se calienta

¿Pueden las famosas plantas parásitas ayudar a los animales a sobrevivir al cambio climático, o morirán a causa del clima extremo?


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El muérdago es algo más que una excusa para besarse en la época de Navidad; desempeña un papel enormemente importante en los ecosistemas. Es una planta parásita —toma agua y nutrientes de una planta huésped para sobrevivir—, pero también da devuelta al medio que la rodea, proporcionando un recurso alimenticio para animales, insectos y aves. Los estudios han demostrado que cuando se arrancan muérdagos de los árboles, el número de especies de aves que viven en esa zona puede descender en más de un 25 %.

Y el muérdago desempeña un papel importante, poco reconocido y paradójico frente al cambio climático.

A medida que los ecosistemas se degradan en nuestro mundo que se calienta, muchos animales y pájaros dependen cada vez más de plantas parásitas comunes, portadoras de bayas, como los muérdagos. Los muérdagos también proporcionan refugios frescos para las aves que anidan y una agradable sombra para los animales que descansan debajo de los árboles. Incluso pueden ayudar a refrescar las ciudades. Pero los muérdagos también son excepcionalmente vulnerables a los episodios de clima extremo, como las sequías. El cambio climático les está pasando una dura factura, justo cuando los animales dependen más de ellos.

David Watson conoce bien estas cosas. Tanto en el mundo académico como en los medios de comunicación, se ha llegado a referir a él como “el experto del muérdago”— desde que su proyecto de investigación como estudiante tropezó con el hecho de que ciertas aves del desierto solo se encontraban en lugares con muérdagos en los árboles—. Desde entonces ha rastreado muérdagos por todo el planeta y es coautor de un artículo en el número de 2022 de Annual Review of Ecology, Evolution, and Systematics sobre el papel de las plantas parásitas en un mundo que se calienta. Watson, ecólogo comunitario de la Universidad Charles Sturt de Albury-Wodonga, Australia, habló con Knowable Magazine sobre los últimos resultados. Esta entrevista ha sido editada para lograr más brevedad y claridad.

Usted escribe en su revisión que las plantas parásitas como el muérdago son especialmente sensibles al estrés medioambiental, como la sequía o las heladas. ¿A qué se debe?

La razón fundamental es simplemente la fisiología básica. No tienen órganos de almacenamiento, ni forma de almacenar carbohidratos. No tienen sistemas de raíces, ni bulbos, ni rizomas. Así que cuando pierden sus hojas, eso es todo, están en problemas. Eso podría suceder en la herbivoría, como cuando un montón de orugas llegan a la planta, o un incendio de bajo nivel que viene y quema el dosel. Si la planta huésped sufre estrés por sequía y empieza a marchitarse, los muérdagos simplemente se enroscan y mueren. Son extrañamente sensibles a muchas de estas perturbaciones. Por eso el mundo no está lleno de ellos, porque en realidad son bastante quisquillosos. Son difíciles de cultivar.

¿Tiene algunos en su patio?

Los tengo. Pero todos los muérdagos que tenemos son locales. He intentado plantar todo tipo de muérdagos exóticos de mis viajes, y ninguno ha pegado.

Fotografía de un árbol con un muérdago de flores amarillas.

Un muérdago de la casuarina en flor en una acacia. Los muérdagos pueden crear lugares frescos en las copas de los árboles y dar sombra a animales como los canguros.

CRÉDITO: DAVID WATSON

¿Cómo les va a estas plantas frente al cambio climático?

Vemos una y otra vez que cuando los climas cambian, los alimentos y las cosas que dependen de esos alimentos a menudo pueden no estar sincronizados —un cambio a primaveras más tempranas, por ejemplo, puede significar que la mayoría de las bayas se produzcan demasiado pronto para los animales que las necesitan más tarde en la temporada—. Estamos viendo que el muérdago adquiere una importancia desproporcionada en muchos sistemas porque otras cosas están desajustadas, pero el muérdago sigue ahí, es fiable. Cualquier mes de cualquier año, usted puede encontrar un muérdago que esté fructificando o floreciendo en la mayor parte del mundo. Simplemente son buenos en lo que hacen. Así que hay una mayor dependencia del muérdago como recurso.

Pero, también estamos viendo muérdagos desaparecer. Estamos viendo una mayor sensibilidad a las perturbaciones, ya sean olas de calor o sequías o incendios. Así que, en la misma página, usted tiene comunidades animales que se inclinan cada vez más hacia este grupo de plantas, pero esas plantas están luchando por persistir.

¿Puede dar un ejemplo de dónde se están produciendo estos cambios ahora?

Mi colega, Francisco Fontúrbel, trabaja en el sur de Chile. Donde hay muérdago, porque es una fuente fiable de néctar, el colibrí más austral (Sephanoides sephaniodes) se hace residente. Polinizan los muérdagos, pero también polinizan todo tipo de otras plantas. Tras la sequía, los muérdagos mueren y esos colibríes se convierten en migrantes: hacen las maletas y siguen el néctar cada vez más al norte. Un estudio demostró que la muerte de muérdagos se duplicó en el año seco de 2015, y las visitas de los colibríes disminuyeron.

Cuando los colibríes se marchan, las plantas locales ya no tienen polinizadores. Se prevé que esto desencadene una cascada de extinciones en toda la comunidad, aunque todavía no se ha documentado.

En Australia, las investigaciones a gran escala demuestran que el muérdago es superimportante durante la sequía como una especie de último recurso de néctar. Pero entonces, ese mismo trabajo muestra que la sequía mata muchos muérdagos: en el verano de 2009, por ejemplo, hubo una prolongada ola de calor en Melbourne, incluyendo el día más caluroso jamás registrado —y casi el 90 % de un conjunto de muérdagos que estaban en monitoreo murieron—. Eso provocó un desplome en el número de aves y animales insectívoros.

No es algo generalizado. Algunos sistemas tropicales, algunos sistemas forestales templados, no están mostrando esas muertes de muérdago que son advertencias tempranas de fallo del sistema. Pero en muchas zonas áridas, y en algunos bosques del sur en latitudes más altas, ya estamos viendo cómo se rompen las redes alimentarias. No queremos dar la voz de alarma y decir que el cielo se está cayendo, pero la cosa no pinta bien.

¿Existen ya modelos que muestren a dónde puede llevarnos esto en el futuro?

No. Hay tanta complejidad en cuanto a la interacción entre los enemigos naturales de la planta del muérdago, los polinizadores y los mecanismos de dispersión de semillas del huésped. No dominamos esas interacciones. Podemos hacer modelos muy rápidos y poco limpios, pero no son más que conjeturas. No son lo suficientemente detallados como para llegar a predicciones significativas.

Este parece ser un gran problema que escucho de muchos científicos: con la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, hay tantas incógnitas y tantas interacciones que no sabemos hasta qué punto pueden ir mal las cosas, ni con qué rapidez.

Sí, es cierto.

¿Existen formas en que los muérdagos ayuden a las especies a capear el cambio climático?

Cada vez hay más trabajos que demuestran que las plantas parásitas, al tener un contenido muy alto de agua en sus tejidos, son más frías. Crean pequeños puntos frescos en las copas de sus plantas huésped en comparación con la vegetación circundante. Usted puede sentirlo: puede acercarse a un muérdago, cogerlo en un día caluroso, y está frío al tacto. Las aves lo saben: anidan y dependen de este material cuando hace calor. Un bonito estudio demostró que los canguros prefieren descansar a la sombra bajo los árboles con muérdago, porque esa sombra es unos grados más fresca en el calor del día.

Pero los que realizan modelos del cambio climático no piensan necesariamente en el microclima y las características de las plantas individuales o de los grupos de plantas. Un sistema con plantas parásitas tiene una diversidad mucho mayor de microclimas que uno sin ellas. Así que va a ser clave para la persistencia de muchos grupos diferentes. Eso en todo el mundo.

¿Hay algo que podamos hacer para ayudar a los muérdagos?

Lo primero, como con todo en el medio ambiente, es que dejemos de destrozar cosas. Los muérdagos son retirados rutinariamente de los árboles por arboricultores y cirujanos de árboles: les han enseñado que es malo, que es un parásito. Los trabajos sobre muérdagos y otras plantas parásitas que afectan a la mortalidad de los huéspedes son sólidos: por regla general, las plantas parásitas no matan a sus huéspedes. Empecemos por dejarlos en paz.

Fotografía de hojas verdes de muérdago y muchas bayas blancas.

El muérdago de roble, Phoradendron leucarpum, visto en Florida. Las bayas del muérdago pueden ser una importante fuente de alimento para las aves, especialmente cuando los ciclos de vida de otras plantas se ven alterados por los cambios en el clima.

CRÉDITO: BOB GIBBONS / ALAMY STOCK PHOTO

Lo segundo: pongámoslo devuelta activamente. Ya lo estamos haciendo. En Melbourne, el ayuntamiento quería mostrarse proactivo a la hora de fomentar los hábitats de la fauna, incluso mientras construía nuevas carreteras, ponía nuevas infraestructuras ferroviarias y derribaba un montón de árboles. Así que se pusieron en contacto conmigo y me dijeron: “Oye, ¿podemos poner muérdago en algunos de los árboles de nuestras calles?”. Pusimos muérdagos. Después de cuatro o cinco años han tenido pequeñas crías que tal vez tengan ahora el tamaño de un balón de fútbol. Supusimos que iba a haber alguna reacción pública en contra, pero ha sido todo lo contrario. La gente dice: “Esto es genial”. Creo que la opinión generalizada está empezando a cambiar.

Es un poco pronto para decir cómo eso va a cambiar las cosas, pero estamos realmente entusiasmados con ello. Cada vez preocupa más el efecto isla de calor en las ciudades: todas esas superficies duras que retienen el calor durante el día y luego lo irradian durante la noche. Algunos colegas han demostrado muy bien que el muérdago afecta a todo el equilibrio hídrico del árbol: toda la copa está más fresca cuando hace mucho calor y está muy seca. Así que añadir muérdagos a los árboles de las calles podría ayudar realmente a enfriar las ciudades.

Nos acercamos a la época en la que mucha gente celebra tradicionalmente el muérdago. ¿Tiene alguna reflexión sobre esta costumbre?

Lo de besarse proviene de una ceremonia druídica para garantizar una cosecha abundante para la primavera siguiente. Piense en ello: si está paseando por una zona boscosa europea en invierno, hay nieve en el suelo, todos los árboles han perdido sus hojas, y ve una planta verde en lo alto de un árbol. Eso tiene que ser divino, tiene que ser mágico. No es muy exagerado.

Así que se extraía con una hoz de oro y se repartía a todos los campesinos para garantizar una cosecha próspera. Todo tenía que ver con la fertilidad, con la renovación. Originalmente, cuando se colgaba una bola de muérdago en una puerta, se podía coger una baya y eso era el beso.

Muchos grupos de las Primeras Naciones tienen historias en torno al muérdago. Los noongar del suroeste de Australia conceden una enorme importancia a la especie de muérdago más grande del mundo (Nuytsia floribunda). Se llama el árbol de Navidad de Australia Occidental. Es algo gigantesco: un árbol de 10 metros de altura con flores amarillas y naranjas resplandecientes en Navidad. Es el árbol de los espíritus, donde los antepasados se detienen y descansan antes de dejar este mundo. No está permitido jugar con esas plantas. Son sagradas.

Fotografía de un muérdago gigante con flores amarillas brillantes. Un hombre está de pie debajo de él. ¡Se ve muy pequeño!

Watson se encuentra bajo un ejemplar del muérdago más grande del mundo, Nuytsia floribunda, también conocido como árbol de Navidad australiano. Los indígenas del suroeste de Australia conceden una enorme importancia a esta especie.

CRÉDITO: MAGGIE WATSON

Parece que las sociedades reconocen desde hace tiempo la importancia de estas plantas. Pero, ¿quizás los muérdagos no reciben hoy la atención que merecen por parte de los científicos de los ecosistemas o del clima?

Si no está incluyendo las plantas parásitas en sus estudios —si está trabajando sobre la herbivoría, observando las áreas de distribución de las ardillas o el momento de la brotación— y no está prestando atención a las plantas parásitas, probablemente se esté perdiendo de algo. Todos los sistemas terrestres tienen plantas parásitas —no hay plantas parásitas acuáticas, lo que es muy interesante—. Ahora hay cada vez más pruebas de que en todos los sistemas que hemos estudiado, las plantas parásitas son desproporcionadamente importantes para explicar lo que ocurre.

No las pierda de vista, porque le contarán cosas sobre el sistema que probablemente quiera saber.

Artículo traducido por Debbie Ponchner

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