Los pueblos que viven cerca de la naturaleza tienen una rica tradición que integra a las plantas, los animales y los paisajes en sus lenguas maternas —y puede que tengan pistas vitales para proteger la biodiversidad—.
Nos han fascinado desde que identificamos sus restos por primera vez. Hoy en día, gracias a nuevos artefactos y tecnologías, los descubrimientos sobre nuestros parientes más cercanos son cada vez más numerosos.
Los pueblos indígenas, en sintonía con el mundo natural, llevan mucho tiempo recopilando información medioambiental detallada. Ahora los científicos están catalogando estas observaciones y descubriendo cómo afectan a las comunidades indígenas de todo el mundo.
No existe un único plan de alimentación prehistórico. Un grupo de cazadores-recolectores modernos conocido como los hadza ha enseñado a los investigadores cosas sorprendentes sobre el menú tan variable que consumían los humanos del pasado.
Los restos de moléculas y microbios en fragmentos de ollas ayudan a los investigadores a reconstruir las cocinas prehistóricas. En la carta: guisos, quesos y bebidas fermentadas.
En la antigüedad, la gran mayoría de las personas eran demasiado pobres para dejar artefactos para la posteridad. Sin embargo, los arqueólogos han aprendido cómo mirar más allá de los templos y los palacios.
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