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CRÉDITO: FOTOS DE MARTIN COOPER, MARSHAL HEDIN, iNATUREWATCH, BETSY MASON, ÓSCAR MENDEZ, WILLIAM PERRIN, THOMAS SHAHAN, DANIEL STANGE / CC BY-NC

Las arañas se encuentran entre los animales menos populares del planeta, a pesar de que en general son inofensivas y a menudo beneficiosas (e incluso bonitas).

Todos deberíamos de empezar a contar arañas

Nuestra aversión colectiva hacia los arácnidos podría estar haciendo que pasemos por alto algo aún más aterrador: las arañas pueden estar desapareciendo.


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Estoy obsesionada con las arañas saltadoras. Pero no siempre fue así.

Aunque nunca odié a las arañas ni llegué a ser aracnofóbica, fui bastante ambivalente con respecto a ellas durante la mayor parte de mi vida. Luego aprendí sobre las arañas saltadoras: he escrito sobre su impresionante visión (¡tan buena como la de un gato en algunos aspectos!), su sorprendente inteligencia (¡hacen planes!) y el descubrimiento de que tienen sueño REM (¡e incluso pueden soñar! ). Y me cautivaron.

También aprendí que las poblaciones de arañas saltadoras, también conocidas como saltarinas, pueden estar disminuyendo. En los bosques tropicales solía ser fácil encontrarlas en cuestión de minutos, dice la bióloga conductual Ximena Nelson, de la Universidad de Canterbury, en Christchurch, Nueva Zelanda, que estudia estas arañas en particular. Pero para algunas especies eso ha cambiado en las últimas dos décadas. “Ahora, en algunos casos, simplemente no puedes encontrarlas”.

De hecho, en el mundo parecen estar desapareciendo todo tipo de arañas, dice el biólogo conservacionista Pedro Cardoso, de la Universidad de Lisboa. Junto a un colega encuestaron a cien expertos y entusiastas de las arañas de todo el mundo sobre las amenazas que enfrentan estos animales. “Es más o menos unánime que algo está sucediendo”, asegura.

Pero no hay datos concretos que lo demuestren. ¿Por qué no? Es probable que haya varias razones, pero un posible factor sigue surgiendo en mis conversaciones con aracnólogos: a la gente realmente no le gustan las arañas. Incluso entre los animales menos populares del planeta, ellas son especialmente vituperadas. Un estudio reciente halló que la gente piensa que las arañas son la peor combinación de miedo y asco, superando a serpientes venenosas, avispas, larvas y cucarachas.

Es obvio por qué esto es un problema para la araña doméstica que termina recibiendo un golpe con un periódico enrollado. Pero si nuestra repulsión conduce a que a los científicos les resulta difícil encontrar financiación para estudiarlas, como algunos sospechan que es cierto, también es un problema para las arañas en general. Para la mayoría de estos animales potencialmente en peligro de extinción no hay datos suficientes para considerar que necesitan protección. No podemos ayudar a las arañas si no sabemos qué especies están en problemas, o dónde y por qué están desapareciendo. Y si a usted no le importa la pérdida de las arañas por sí sola, considere que la reducción de las poblaciones de estos animales es una mala noticia para una gran cantidad de especies —incluida la nuestra—.

Un gráfico que ubica el índice de miedo en el eje de la X y el de asco en el eje de la Y ilustra lo que sienten las personas sobre varios animales, incluidos gatos, palomas, caracoles, serpientes, cucarachas, avispas y arañas.

Los científicos le pidieron a casi 1.800 personas que calificaran a 25 especies de animales según cuánto miedo y asco le generan al mirar una foto de cada una. La araña obtuvo calificaciones igualmente altas tanto en el índice de miedo como en el de disgusto por parte de más personas que cualquier otro animal. Esta especie también fue considerada la más aterradora y casi también la más asquerosa.

Hay argumentos sólidos de por qué la gente debería preocuparse por las arañas. Primero, la gran mayoría de ellas no pica ni daña a las personas, a pesar de la desinformación creciente en los medios de comunicación que ha hecho creer que gran parte de las arañas andan tras nuestro. En realidad, un número cada vez más reducido de arañas son peligrosas para los humanos. En cambio, se alimentan de insectos —incluidos mosquitos, cucarachas y pulgones— que sí causan daño a las personas en sus hogares, jardines y campos. Las arañas son excelentes agentes naturales para el control de plagas, pero a menudo son eliminadas por pesticidas que se utilizan precisamente para matar a esas mismas plagas de insectos. Estos químicos tóxicos también dañan a las personas.

Las arañas son importantes fuentes de alimento para aves, peces, lagartos y pequeños mamíferos. Y hay beneficios sin explotar que los humanos podríamos disfrutar algún día —si las arañas no desaparecen primero—, como posibles aplicaciones farmacéuticas y de control de plagas derivadas de las sustancias contenidas en su veneno, y aplicaciones médicas y de ingeniería basadas en su seda increíblemente fuerte.

Es probable que nada de esto supere la aversión visceral que siente tanta gente hacia ellas. El miedo y el asco son tan fuertes y específicos que algunos científicos han sugerido que las arañas representan una categoría cognitiva única en nuestras mentes. Si se le pide a la gente que mencione una fobia, apuesto a que la aracnofobia es la primera en la que piensan.

Sin embargo, puede haber una manera de abordar esta animosidad y la falta de datos al mismo tiempo: todos deberíamos empezar a contar arañas.

Una araña saltarina muy pequeña ubicada al borde de una tabla cerca de la punta del dedo de una persona.

Arañas saltarinas como esta hembra de Habronattus pyrrithrix en general miden solo unos pocos milímetros. Pueden ser bastante curiosas, mirar a los humanos que las observan, revisar dedos y zapatos, e incluso saltar hacia las cámaras que las enfocan.

CRÉDITO: BETSY MASON

Cambiando de opinión

Definitivamente, la gente está dispuesta a contar cosas para la ciencia. En febrero de 2023, más de medio millón de personas participaron en el Gran Conteo de Aves de jardín (Great Backyard Bird Count), identificando más de 7.500 especies en el transcurso de cuatro días. Por supuesto, a la gente le gustan mucho los pájaros.

Pero la ciencia ciudadana o comunitaria también ha demostrado ser exitosa en proyectos a pequeña escala con insectos y otros invertebrados, dice Helen Roy, ecóloga del Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido, en Wallingford, y coautora de una evaluación sobre el potencial de la ciencia ciudadana publicada en el Annual Review of Entomology de 2022. Esta instancia les ofrece a las personas la oportunidad de ser parte de la ciencia, incluso de convertirse en expertos locales. “Todavía quedan descubrimientos por hacer en las puertas de las casas”, dice Roy. “Y creo que eso es tremendamente emocionante”.

Roy trabajó recientemente con un estudiante de posgrado que recibió casi 3.000 solicitudes de voluntarios para participar en un proyecto de ciencia ciudadana sobre la biodiversidad de las babosas. Sí, babosas. Las 60 personas afortunadas que fueron seleccionadas salieron a sus jardines por la noche durante 30 minutos, cada cuatro semanas, durante un año, para recolectar e intentar identificar todas las babosas y caracoles que pudieran encontrar, y luego enviarlos vivos a los científicos. Los contadores de babosas no solo disfrutaron la tarea, sino que corrigieron algunas de las suposiciones que tenían sobre esos pequeños animales viscosos. “No todas son plagas”, dice Roy. “La ciencia ciudadana es una oportunidad realmente maravillosa para desafiar lo que piensan las personas”.

¿Eso podría funcionar para las arañas? El Museo de Historia Natural del Reino Unido en Londres ya ha demostrado que puede hacerlo a escala nacional con su proyecto Fat Spider Fortnight en iNaturalist, una popular plataforma en línea para la identificación colectiva de plantas, animales y más. En 2021, cientos de personas en el Reino Unido contribuyeron con más de 1.250 observaciones de 11 especies de arañas relativamente grandes en las que se enfocaba el proyecto, incluida la araña Nigma walckenaeri y la Misumena vatia. Los datos se agregarán al Sistema de Registro de Arañas de la Sociedad Aracnológica Británica, que ha recopilado observaciones desde 1987.

Una raña verde con un abdomen grande y brillante y cabeza pequeña está posada sobre una hoja.

Fat Spider Fortnight, un proyecto de ciencia ciudadana del Reino Unido, pidió a los participantes que informaran sobre avistamientos de 11 especies de arañas relativamente grandes, incluida la araña Nigma walckenaeri, que se muestra aquí. Esta especie se ha considerado escasa en las Islas Británicas, pero ahora parece estar ampliando su área de distribución.

CRÉDITO: ALEXIS / iNATURALIST UK

Y hay razones para creer que aprender sobre las arañas puede cambiar lo que la gente siente por ellas, incluso en casos extremos. La autora australiana Lynne Kelly tenía tanto miedo a las arañas que salir de excursión o estar en su jardín se había vuelto difícil. Pero logró vencer su aracnofobia y hoy les da la bienvenida a las arañas tanto en su jardín como incluso en su casa. Aprender marcó la diferencia, dice Kelly, quien escribió un libro sobre su transformación. Ser capaz de identificar especies y comprender sus hábitos hizo que el comportamiento de esos animales pareciera menos errático. Comenzó a ver a las arañas domésticas como compañeras inofensivas y, eventualmente, como amigas. “Uno de los secretos fue que les di nombres”, dice. “Darles nombres las convirtió en individuos. Entonces no era: ‘¡Uy! ¡Araña!’ sino ‘Ahí está Fred’”.

Los que suelen despreciar a las arañas también pueden cambiar de opinión después de conocer a sus vecinos de ocho patas. Esto fue lo que le pasó a Randy Supczak, un ingeniero de San Diego, después de encontrarse con una araña en la entrada de su casa en 2019.

“Me asusté un poco”, dice Supczak. Entonces recurrió a internet, encontró un grupo de Facebook dedicado a identificar arañas y subió una foto: Era una “falsa viuda negra”. Leyó que la especie es nocturna. “Así que esa noche salí con una linterna y lo que vi me sorprendió”, dice. “En todas partes, arañas”.

Algo relacionado con el descubrimiento de este mundo oculto de arañas despertó la curiosidad de Supczak. “De inmediato me obsesioné con aprender sobre ellas”. Desde entonces, se convirtió en un evangelizador sobre las arañas e inició su propio grupo de Facebook a través del cual ayuda a los habitantes de San Diego a identificar y aprender sobre las arañas locales. Descubrió que un poco de conocimiento puede hacer que una persona se transforme de un aplastador a un reubicador. “Lo considero un gran logro”, dice.

Breve resumen de seis familias de arañas, cada una con una foto representativa

Determinar una especie específica de araña a menudo requiere experiencia y un microscopio, pero identificar la familia y, a veces, el género al que pertenece una araña es algo que casi cualquier persona con la cámara de un teléfono inteligente puede hacer.

Como parte de su proyecto de tesis de maestría en la Universidad Estatal de Texas en San Marcos, la ecologista y autoproclamada embajadora de las arañas, Bria Marty, probó si aprender sobre estos animales puede cambiar lo que la gente siente hacia ellos. Reclutó a estudiantes universitarios para hallar e identificar arañas usando una guía ilustrada y luego subir fotos a iNaturalist. Marty, actualmente estudiante de doctorado en la Universidad Texas A&M-Corpus Christi, encuestó a los participantes antes y después de la actividad, y una cosa llamó la atención: después, las personas dijeron que eran mucho menos propensas a reaccionar negativamente ante una araña. “Hacer una actividad como esta realmente ayuda mucho a superar el miedo”, asegura.

Este tipo de cambio es común en los usuarios de iNaturalist, dice Tony Iwane, coordinador de divulgación y de apoyo de la plataforma y quien se describe a sí mismo como un amante de las arañas. Iwane me mostró un hilo en el foro de discusión del sitio que hacía referencia a cómo el hecho de contribuir a iNaturalist ayudó a las personas a superar su miedo a estos animales, y una entrada en la que los usuarios compartieron las especies de “araña de iniciación”, lo que cambió su forma de sentir. Para @mira_l_b, esa especie fue una particularmente pequeña de la familia Salticidae (araña saltadora) que se llama Talavera minuta. “Si yo me encuentro enfrentando los miedos de toda la vida y arrullando dulcemente a los diminutos Salticidae”, escribió, “¡entonces hay esperanza para todos nosotros!”

Cuando finalmente descubrí cómo encontrar arañas saltadoras en mi barrio, eso me hizo tenerles más cariño. A veces saltan antes de que pueda verlas lo suficientemente bien como para identificarlas o tomar una foto con mi teléfono. Pero otras veces se detienen, se dan vuelta y me miran directamente. Hay algo en mirar fijamente a los ojos a un animal de medio centímetro de largo, tan diferente a nosotros, que me resulta impresionante. También permiten tomar algunas fotos muy lindas.

Si una araña te mira directamente, es probable que sea una araña saltarina. ¡Hola!

CRÉDITO: BETSY MASON

Las arañas cuentan

Si solo una fracción de la cantidad de personas que cuentan aves estuviera dispuesta a hacer lo mismo con las arañas, ¿se generarían datos que podrían marcar una diferencia significativa? Dimitar Dimitrov, un aracnólogo que estudia la evolución de la diversidad de arañas en el Museo de la Universidad de Bergen, en Noruega, cree que sí.

Durante una entrevista en 2021 para un artículo sobre la cognición de las arañas, Dimitrov lamentó la falta de atención científica y financiación que reciben las arañas en comparación con otros animales como las aves: “Creo que hay más ornitólogos que especies de aves”. Pregunté si la ciencia ciudadana podría ayudar a llenar el vacío. “Definitivamente creo que este es el camino a seguir”, dijo.

Sabemos tan poco, y la biodiversidad está disminuyendo tan rápidamente, me dijo, que ni siquiera el nivel de financiación que los gobiernos nacionales pueden reunir para la ciencia tradicional podría hacer frente a la escala y la urgencia del desafío. Pero involucrar al público tiene el potencial de generar un gran impacto en poco tiempo, afirmó Dimitrov. “Todas esas personas haciendo algo como eso en sus ratos libres, como pasatiempo, unas pocas horas aquí y allá, pueden realmente contribuir con una enorme cantidad de información que pueda ser capaz de cambiar, cualitativamente, lo que sabemos sobre la naturaleza y la diversidad biológica”.

Por supuesto, identificar arañas no es lo mismo que identificar aves. La mayoría de las arañas son nocturnas y sus vidas pueden ser efímeras y estacionales, lo que tal vez necesite más de un conteo por año. Y en muchos casos, la especie no se puede identificar sin observar las partes reproductivas con un microscopio. No se preocupe, nadie le está pidiendo que haga eso: una fotografía decente a menudo puede proporcionar una identificación a nivel de género, y a veces incluso de especie, con la ayuda de aracnólogos y aficionados de las arañas como Supczak. Es más, el hecho de determinar a qué familia pertenece una araña, ya sea una tejedora de orbes o una de trampilla, por ejemplo, puede ser un dato científico útil, dice Dimitrov.

Cardoso, de la Universidad de Lisboa, se mostró entusiasmado cuando le pregunté sobre el potencial de un proyecto mundial de ciencia ciudadana destinado a recopilar datos sobre arañas. “Creo que sería de verdad, de verdad, genial”, señala. “Para empezar, solo necesitaríamos tener una masa crítica en diferentes países”.

Quizás usted sea parte de esa masa crítica si se realiza un recuento global de arañas. Mientras tanto, recorra su casa o jardín, encuentre algunas arañas, suba las fotos y descubra quiénes son.

Sé que las arañas no atraerán a todos de la misma manera que las aves. No tienen esas plumas hermosas y no cantan canciones bonitas. Pero tampoco alzarán vuelo mientras trate de tomarles una foto, especialmente si están colgadas en una telaraña.

Y si encuentra a una araña saltarina es posible que se dé la vuelta y mire directamente a su cámara, lista para posar para una foto en primer plano.

Artículo traducido por Daniela Hirschfeld

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