Este trastorno metabólico se conocía como una enfermedad de la edad adulta. Ahora está aumentando en niños y adolescentes, con consecuencias preocupantes.
Diabetes, pérdida de peso y, ahora, salud cardíaca: una nueva familia de fármacos está cambiando la forma de pensar de los científicos sobre la obesidad —y se vislumbran aún más usos para estos medicamentos en el horizonte—.
Cada vez hay más pruebas que apuntan a una relación entre esta debilitante enfermedad neurológica y los microbios que viven en nuestros intestinos. La conexión podría venir a través del nervio vago.
Nuevas investigaciones sugieren que, para mantener un cerebro sano, debemos cuidar nuestro microbioma intestinal. La mejor manera de hacerlo ahora mismo no es mediante pastillas y suplementos, sino con una mejor alimentación.
Demasiada sal es perjudicial para el cuerpo, pero también lo es muy poca; no es de extrañar que el organismo disponga de dos mecanismos para detectarla.
No existe un único plan de alimentación prehistórico. Un grupo de cazadores-recolectores modernos conocido como los hadza ha enseñado a los investigadores cosas sorprendentes sobre el menú tan variable que consumían los humanos del pasado.
Si no hemos ingerido suficientes proteínas, el cuerpo nos pide más comida, lo que puede crear un círculo vicioso, sobre todo si buscamos alimentos ultraprocesados en lugar de alimentos integrales ricos en fibra.
Los neurocientíficos creen que un grupo de células cerebrales que estimulan el apetito podría ser el objetivo de terapias contra los trastornos alimentarios.
Dirigidas a los amantes de la carne, las hamburguesas de productos vegetales como Impossible y Beyond afirman que saben como las de verdad y dejan una huella mucho menor en el medio ambiente. Esto es lo que dicen las cifras.
Los niveles más altos de dióxido de carbono están modificando los micronutrientes en pastizales, árboles e incluso en algas marinas. ¿Qué significa eso para los animales que se encuentran más arriba en la cadena alimentaria?
La carne vacuna, pollo y productos lácteos elaborados a partir de células cultivadas en laboratorio podrían tener una huella ambiental menor que los producidos en granjas convencionales. Varias empresas trabajan en aumentar la escala de producción y bajar los precios de estos artículos.
Desde la desintoxicación de plaguicidas hasta una mayor longevidad, los beneficios de la miel no se limitan únicamente a alimentar a los laboriosos insectos de la colmena.
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